El populismo

Es una desviación grotesca de la intervención popular en los procesos políticos, mediante la cual se utilizan declamaciones de principios básicos para disfrazar una torcida intervención política, a través de la cual se obtienen beneficios personales por parte de los dirigentes convertidos en caudillos, es decir, en sujetos que creen que todo les está permitido. Alfaro no fue un caudillo en este sentido propio del término. Fue un luchador por unos principios que luego fueron pervertidos por sus propios seguidores, que mediante esa perversión usurparon el poder durante casi cincuenta años.

Velasco Ibarra, por su parte, es una egregia personalidad de gran cultura. Columnista de un importante diario por largo tiempo, autor de más de catorce libros, maestro universitario en planteles de educación superior de gran prestigio, tanto en Chile como en Argentina. Formado en los claustros universitarios y perfeccionado en Europa, en el París que, para esa época, fue el centro y el faro de la cultura. Ni Alfaro ni Velasco Ibarra utilizaron la política en su beneficio personal, como hicieron y hacen los caudillos. Si Alfaro gozó de fortuna económica se debió a su matrimonio y a sus actividades comerciales en Panamá, y más bien la gastó en las tareas revolucionarias que fueron la actividad de su vida.

Velasco Ibarra, por su parte, fue pobre y murió pobre, después de haber ejercido el gobierno, algunas veces con poderes totales, por cinco ocasiones, en las que fue elegido por votación popular; y cuando el trágico destino golpeó inmisericorde su espíritu, volvió desde su exilio al país, parta meditar y morir, y también para perdonar y ser perdonado.

Asimilar la trayectoria de Velasco Ibarra a la de los caudillos que ha padecido el país es una imperdonable falta de crítica histórica. Velasco lo que hizo fue incorporar al pueblo a las tareas políticas, de las que estuvo marginado siempre, o por la soberbia caudillista o por el fraude y la violencia, consagrando para siempre un principio democrático esencial que es el sufragio popular libre y universal.

El populismo mantiene la grave pobreza de las mayorías porque de esa pobreza medra y sobre ella configura su prédica demagógica. Sin la pobreza, el populismo se quedaría sin palabras...

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