Politica, etica y valores

La política ya no es lo que era. Tampoco la ética. Y en este proceso también los valores se han vuelto frágiles y están sometidos a graves y peligrosas deformaciones. Por eso es un clamor universal el llamado a que estos tres aspectos de la vida política deban ser revalorizados, redefinidos y recuperada su consistencia, pues no puede haber práctica social auténtica si tales factores siguen sujetos a severas distorsiones y falseamientos.

En Latinoamérica y el país procesos económicos, sociopolíticos, ideológicos y culturales han generado readecuaciones, cambios y transformaciones profundas. La razón que pretende explicarlos también se ha debilitado y mercantilizado a extremos preocupantes.

La sociedad globalizada e interconectada de hoy, más extrovertida, nos dice que la política se ha hecho más relativa, y cada vez aparece más divorciada de la ética y de los valores. En los partidos, tanto en sus líderes como en las acciones de estos, se expresan evidencias de aquello. Ahora estamos ante organizaciones, movimientos políticos, líderes carismáticos y dirigentes de distinta tendencia ideológica, que en su práctica hacen tabla rasa de ellos. Esta situación indica que la política actual exhibe una grave crisis de principios éticos, relativización y hasta destrucción de valores.

En los últimos tiempos, en Latinoamérica, y particularmente en el Cono Sur, cada día aparecen evidencias más continuas de prácticas políticas de dirigentes y líderes cuyo accionar está separado de la ética y desprovisto de valores sociales, humanos, culturales, etc., lo cual deja ver que estamos frente a líderes y acciones políticas y gubernamentales en los que estos aspectos no interesan. Todo lo concentran en crear y difundir consignas y propagandas de publicidad y “marketing” político.

Quienes hacen una política carente de principios éticos y valores se equivocan. El ciudadano común exige que sus líderes sean no solo buenos comunicadores sociales, sencillos y sin poses narcisistas, sino además, portadores y ejemplos de un buen ejercicio ético, del mejor nivel de tolerancia y de respeto a los derechos individuales y sociales. Por eso no está por de más recordar que una política sin ética ni valores solo es posible en una sociedad donde esta calla y no protesta por la destrucción de los preceptos fundamentales.