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La politica como circo

Para garantizar su impunidad, la pandilla que se tomó el gobierno de la República durante diez años (la década infame), montó un mecanismo destinado a obstruir cualquier tipo de fiscalización. Por eso le metió la mano a la administración de justicia y la puso a su servicio para perseguir a los opositores y salvaguardar a los propios. Igual hizo con la Contraloría y la Fiscalía. Con su mayoría en la Asamblea Legislativa convirtió en Comisión de Archivo a la presuntamente destinada a dar paso al trámite de los juicios políticos. El argumento más socorrido fue que ellos (y ellas) no se prestaban para reproducir el sainete en que se convirtieron los juicios políticos en los períodos previos a la “revolución ciudadana”.

Ahora, visto lo visto, el real circo lo montaron los que ofertaron mentes lúcidas, corazones ardientes y manos limpias. Para ello se tomaron múltiples medios de comunicación colectiva con los que escenificaron un gigantesco y bochornoso espectáculo cotidiano, con ribetes desbordados cada sábado, que entonteció a una buena parte del pueblo ecuatoriano, mientras asustó a la otra con el temor al insulto, la calumnia o el enjuiciamiento y otras diversas formas de persecución.

A sabiendas de que la resaca de esa larga borrachera no va a superarse de golpe, conviene insistirle al presidente Moreno en que deje de lado su participación en el chuchaqui partidario y no se mezcle con los residuos del gran circo que trata de rearmarse.

El país tiene claro que fue estafado. Ha identificado a los payasos que se prestaron a escenificar la gran farsa y ahora quiere “seriedad en serio”. (Eso no significa que el gesto debe ser adusto. Una de las mejores señas de identificación de lo humano es la capacidad de sonreír, reír y hacer reír, pero no se puede seguir gobernando a base de un comportamiento histriónico o peor todavía, burlándose del país).

“Seriedad en serio” significa no respaldar a presuntos corruptos o evidentes cómplices del régimen anterior. No mirar para otro lado frente a lo que ocurre en Venezuela o dar lugar a graves sospechas con las renuncias intempestivas.