Policias, militares y delincuencia

La Policía, según la Constitución, es una institución del Estado que garantiza, protege y defiende la seguridad pública de la sociedad. Desde que se creó (1938) mucho se ha dicho y escrito a su favor y en su contra. Pero no se puede negar que desde entonces hasta hoy ha tenido un rol importante en el país. Por eso cualquier cuestionamiento hacia ella no debe ignorar las páginas gloriosas que sus integrantes han escrito en la historia.

También las Fuerzas Armadas, de acuerdo a la Constitución, tienen tareas específicas y concretas por cumplir. Lo señala en los artículos 158-163. Pero aún ignorando esto, es de conocimiento de la ciudadanía en general que, como institución y organización creada para proteger y defender las fronteras, son más las páginas valiosas de sus actuaciones, que aquellas en las que por varias circunstancias, asumieron roles políticos que no les correspondían. Esto es importante tenerlo presente ahora, pues es necesario comprender qué, cómo y cuánto hace la delincuencia, por medio de sofisticados mecanismos de organización, para montar acciones de inteligencia y contrainteligencia, infiltrándose en la Policía y el Ejército, buscando obstaculizar y obstruir sus labores.

Los hechos y las diversas situaciones que se han conocido acerca de varias acciones inapropiadas de policías y miembros de las Fuerzas Armadas, involucrados en actos delincuenciales, deben ser comprendidos adecuadamente, ya que son, como ya se mencionó, el resultado de una política de infiltración que realizan las organizaciones criminales en las filas de estas instituciones. Pero también son el fruto de decisiones y acciones de algunos de sus integrantes, que eligen asumir tareas y actuar junto con los delincuentes.

De ahí que lo que cabe ante estas nuevas realidades es un llamado de atención a sus altas instancias para que refuercen la vigilancia respecto al comportamiento de sus integrantes.

Debe entenderse que las acciones negativas de algunos policías y miembros de las Fuerzas Armadas en complicidad con delincuentes y narcotraficantes, todavía responden específicamente a comportamientos de solo unos cuantos de ellos. Esto hace imperativo que los servicios de inteligencia se fortalezcan, que la seguridad sea redoblada y que se dé un manejo idóneo de los asuntos internos para que estos hechos no se repitan. Eso espera el país.