Podremos tener mejores servidores

Espinosa, el ministro que no inició procesos penales en contra de sus subalternos violadores de niños.

El otro exfuncionario Espinosa, quien no pudo esclarecer qué pasó con la famosa deuda del Gobierno central al IESS.

Iván Espinel, el exministro que lanzó una campaña que prometía meter bisturí a la corrupción; sin embargo, él fue quien salió cortado.

Carlos Ochoa, el exsubalterno de los Alvarado y ahora jefe de los seudojuzgados de la Supercom sigue sin responder la rectificación que, por su cuenta y riesgo, hizo a la normativa jurídica y hoy la Contraloría lo sentencia con destitución.

Mangas, el renunciante, el que habló de más y ubicó al gobierno de Moreno como conocedor de los alcances de Glas y sembró dudas de su triunfo electoral.

¿Acaso Duzac, Pedro Delgado, Carlos Pólit, Roberto Cuero, Quiñónez, Ramiro González, Correa, Samán, Panchana, han podido justificar con eficiencia y honradez su paso por el gobierno de Alianza PAIS? Pregunta que es nuestro derecho ejercer por encima de las incomodidades que produzca a quienes no tienen la conciencia tranquila.

Son tantos nombres, ¿verdad? ¡Es que fue tanto el tiempo y fue tanto el dinero en arcas públicas! En realidad, fue una época que no acaba de terminarse por la tibieza del Ejecutivo y la benevolencia de la justicia en ciertos casos.

El tiempo pasará pronto y ellos o los jefes de ellos volverán a ser candidatos, ya están trabajando en ello.

Debemos pensar con prudencia quiénes serán nuestras próximas autoridades. ¿Qué nombre se nos viene a la mente? ¿Qué garantías nos proporciona esa persona?

Bastaría que sepa trabajar y que haga bien las cosas. Que esté formado, que no robe, que sancione a la delincuencia de su propia tienda política cuando se corrompan y que lidere una política que no nos provoque náuseas, como sucede ahora, sino que provoque en la gente reglas claras y buen ejemplo. ¿Mucho pedir?