Dicen que la sábila es la mano de Dios. Sí, es muy buena, pero hay que saber cortarla y usarla, dice la doctora María Lorena Panchana, clínica intensivista especializada en Medicina Estética. Así como este producto natural existen otros que pueden causar problemas en dosis muy altas o si se mantienen en la piel por mucho tiempo. Conozca cuáles son los errores más comunes que cometemos en ese intento por lucir mejor.

- Las mascarillas caseras

- Muchas de estas mascarillas contienen ácido salicílico o sus derivados, que llegan a generar reacciones alérgicas e incluso descamación. Hay personas que no solo se las aplican para rejuvenecer sino también para despigmentar la piel. El problema es que vivimos en un país donde la radiación solar es tan directa que al usar el producto y luego exponernos al sol, podemos mancharnos.

- La sábila

- Debe saber cómo cortar la hoja y colocarla bajo un grifo de agua a temperatura natural para que le salga esa especie de sustancia espesa amarillenta que es como yodo. Quien se aplica la sábila sin haberla lavado bien y haberle quitado la parte verde para que quede solo el cristal, va a quemar su piel. No la deben usar quienes son alérgicos al yodo. Se puede poner en el rostro para ayudar a disminuir los enrojecimientos y sirve incluso para personas que tienen rosácea. No cura, pero ayuda a aliviar. Eso sí, consulte con un dermatólogo o con un médico estético la forma de aplicarla.

- Limón y azúcar

- Muchos los usan como exfoliante. El limón pigmenta la piel, apenas se expone un poco el solo le van a aparecer más manchas. Si quiere retirar las células muertas en su rostro, lo mejor es utilizar miel y azúcar.

- Bicarbonato

- Es excelente siempre y cuando sepa utilizar la dosis. En ciertas cantidades puede causar laceraciones en la piel y peor si llega a caer en la mucosa del ojo.

- Sepa dónde acudir

- Si desea tratamientos de rejuvenecimiento es importante que sepa dónde ir. No todos los centros están autorizados para realizar procedimientos invasivos. Si se lo aplica alguien que no está capacitado, corre el riesgo de infecciones, pues muchas veces reutilizan los tubos de ensayo o las jeringuillas faciales.