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No permita que las discusiones arruinen sus fiestas

Cuando una creencia los domina o convierte sus ideas en posesión, estos se transforman en objeto de conflictos.

Referencial. Escuchar a los demás y evitar descalificar al otro es prueba de empatía y respeto, claves para crecer y estar en paz.

A todos nos ha pasado que vamos a una reunión familiar, un cumpleaños, una cena de trabajo o Navidad... y hay ciertos temas que incomodan. Que están asociados a las creencias religiosas, la orientación sexual, la política, la crianza de los hijos, el fútbol. Y que al no seguir los patrones de lo que culturalmente pensamos y chocan con nuestros gustos o costumbres, pueden convertir algo pequeño en un asunto de proporciones mayores que puede incluso romper relaciones o arruinar una fiesta.

El año pasado, durante esta época, los hermanos Juan Carlos y Melissa Granados, que no se veían hace año y medio porque esta última vive en Suecia, tuvieron que ser separados por sus padres en plena mesa porque “estaban a punto de ‘matarse’ a golpes”. El motivo de la discusión fue el expresidente Rafael Correa. La joven apoyaba a Guillermo Lasso, entonces candidato a la Presidencia y debatían sobre quien era el mejor.

“Eres un completo borrego. Correa no te ha dado nada. Está claro que se te ha caído el cerebro, pero no me sorprende, porque de paso eres emelecista”, le había dicho la joven frente a decena de invitados.

Los calificativos, que como cualquier discusión de este tipo surgieron sin motivo aparente y sin una razón de peso que los acompañe, a decir de los expertos evidencia que querer tener la razón o rechazar pensamientos contrarios a los que uno tiene es la enfermedad crónica de la humanidad. Seguramente, explica Samuel Merlano, psicólogo clínico y psicoterapeuta, una de las causas que más resentimientos ha provocado. Aquella regla tácita de no hablar de política (ni de ningún otro tema que genere grandes roces por la rivalidad ideológica que conlleva), que por cierto es bastante antigua, en los últimos tiempos “se ha roto sin que nadie se lo hubiera propuesto”, por el simple hecho de sacar a flote “su verdad”.

Para Merlano esta necesidad de desautorizar las ideas del otro, que en la mayoría de los casos, aún cuando los temas son triviales, causa despelotes y descontentos, surge por el temperamento de las personas. “Hay quienes nacen con una forma de ser tan fuerte, que gustan de imponer o resaltar sus creencias”. A estas, dice, poco les importa encarar al resto en un ambiente armonioso, con niños, o lleno de diplomáticos.

“Cuando uno convierte sus pensamientos en posesión, estos se convierten en objeto de conflicto”.

Para el experto, estas actitudes son más comunes en América Latina, sobre todo porque las familias no fomentan, ni enseñan a ver las cosas desde distintas perspectivas, culturas o contextos. “Aquí a pocos nos han enseñado a desarrollar el pensamiento crítico...”. Aún prevalece la idea de que, por ejemplo, los padres digan “hijo, el mejor equipo de fútbol es este y punto”, o te críen bajo el concepto de que no hay razón lógica “para que uno decida ser ateo o feminista”.

La semana pasada, en un intercambio de regalos navideños, Claudia Santillán, de 26 años, tuvo que retirarse del restaurante en el que se encontraba porque un compañero empezó a atacarla por decir que no quiere tener hijos. “Dije que no me veía cumpliendo ese rol, que prefería tener animales...”. Ese fue el detonante. Su “agresor”, también su amigo, la tildó de “cobarde, retrógrada, egoísta”. Así, lo que sería una noche divertida, terminó con un disgusto y un amigo menos. “No alcancé siquiera a comerme el postre”. ¿Y el regalo? “Lo dejé tirado”, agrega.

¿Vale la pena? A decir de la doctora en Psicología Clínica, Leticia Ortega Rosines, no; especialmente porque el resultado de querer estar siempre en posesión de la verdad consume una gran cantidad de energía y tiempo que nos impide disfrutar de los demás.

Ante tales situaciones, la también especialista del Centro de Psicoterapia y Bienestar en Guayaquil, recomienda tres cosas: ser receptivo, no reaccionar con hostilidad ante lo que su par le dice, y sobre todo optar por el silencio.

“Si alguien ataca o ves que estás hablando más de la raya, calla”. Hay que ser socialmente más inteligente. “Con la palabra a veces se puede caer en lo más pequeño...”. Ortega sugiere no cuestionar, soltar ciertos hábitos e incluso sacrificarlos para no dañar relaciones y aprender a ser sensible.

Guía

Cuatro temas que se deben evitar en la mesa

Para mantener un ambiente relajado y divertido, el psicólogo clínico Carlos Saldaña, docente y mediador de conflictos, recomienda no tratar cuatro temas específicos durante una reunión familiar o entre amigos: política, religión, orientación sexual y fútbol. “Todos estos, sobre todo el fútbol, mueven pasiones incontrolables que harán defender a capa y espada a quienes se sientan atacados en su sensibilidad”. Por lo tanto uno no siempre hablará con la cabeza. Y es allí cuando más atacado se sentirá, afirma.

Para el experto, estas temáticas tienden a girar en convicciones o experiencias bastante personales. “Si alguien ha fallecido y dices creer que ese alguien, por ejemplo, está con Dios, en el cielo, habrá alguien que te diga lo contrario’. Y posiblemente esa opinión te va a causar rabia, sufrimiento”. Una enorme guerra santa.

Por ello lo idóneo es mejor no hablarlo o hacerlo cuando uno está dispuesto a debatir sin molestarse o resentirse. Otros temas que generan, aunque en menos porcentaje la misma reacción, son sobre la pena de muerte, la cirugía estética y la amistad entre el hombre y la mujer.

Progreso

Aprenda a ser más tolerante

El conocido conductor estadounidense de Talk Show Larry King, ya lo dijo una vez: “Nada de lo que diga hoy me enseñará algo. Así es que si voy a aprender algo, debo hacerlo escuchando”. Y para ello, si todos quieren poner en práctica su filosofía, deben aprender a ser tolerantes.

¿Cómo hacerlo? Empezando a observarse y dejando de pelearse consigo mismo. Desechar opiniones ajenas que, quizás, fueron heredadas de su entorno, sugieren los expertos, lo ayudarán a conocerse y a comprobar si sus ideas son mejores a las anteriores. Para agilizar el proceso, ellos recomiendan “abrirse a lo distinto y no juzgarse por intentar modificar su identidad ya construida”. Los libros de autoayuda también dan pautas, al igual que las terapias cognitivas que trabajan en la vinculación de sus pensamientos.

Datos

En las redes sociales

Las peleas por estos temas no surgen solo en los asados, sino también en las redes sociales. La semana pasada, por ejemplo, Twitter se encendió por un debate que hubo entre la exasambleísta Rossana Queirolo y la defensora de Derechos Humanos Silvia Buendía, sobre temas como el aborto y la propiedad del cuerpo de la mujer. A causa de ello se formaron dos bandos para defender a la del equipo contrario.

La familia

Cuando, por estos motivos, se da una ruptura entre padres e hijos, el resentimiento tiende a durar hasta tres veces más que con las hijas, según un informe realizado por la Universidad de Cambridge.

Consejos

Sea prudente

Cuando se encuentre en una reunión y surja una conversación un tanto ‘incómoda’, evite las cuatro “D”: Descalificar a quien debate con usted; Denigrar sus conductas, Devaluar sus logros y mostrar una actitud Defensiva.

Reflexione

Al comenzar una discusión recuerde que probablemente, su pareja, su amigo, su familiar... no buscaba fastidiarlo con lo que ha dicho o ha hecho.

Mire hacia adelante

Marque un objetivo claro en la discusión y no deje que se desvíe. No ‘muera’ por la verdad. Lo importante no es tener razón sino llegar a un consenso.