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Pendulazo en Brasil

Tradicionalmente los votantes de izquierda son los que muestran más desencanto con sus líderes políticos implicados en casos de corrupción. No hay perdón ni justificación. Sobre esta premisa podríamos decir que en Brasil el ganador de las elecciones presidenciales del domingo es el caso Petrobras: toda la clase política gobernante participaba en una trama de malversación de fondos públicos que ahora paga en las urnas con el desprecio de los electores entregados a un líder autoritario y reaccionario. Otros buscarán justificar el resultado con la teoría del péndulo o traslación de una ideología dominante a la contraria cuando los que acaban expulsados del poder están tan contaminados que acaban en la cárcel.

Pero no deberíamos dejar de apreciar con preocupación el libreto político en los últimos tiempos. Un discurso políticamente incorrecto, una estruendosa repulsa hacia los medios de comunicación tradicionales y un candidato con posibilidades de victoria remotas acaban sentando en los sillones de poder a personajes que siembran más inquietudes que esperanza en el futuro. Ahí tenemos a Donald Trump, el auge de la ultraderecha en muchos países europeos o el caso ‘brexit’ por poner los ejemplos más notorios. Los resultados dejan en ebullición de grandes expectativas a la mitad del electorado mientras la otra mitad se echa las manos a la cabeza ante lo irremediable.

En la elección entre ideología y democracia en Brasil perdieron las dos. Jair Bolsonaro se encuentra una situación complicada. El país más grande de Sudamérica presenta una economía renqueante y una polarización política extrema con un Congreso atomizado, donde hay representación de una treintena de partidos políticos. La mesa no está servida. El profundo malestar hacia las suertes que han regido la administración en los últimos años acabó en esto.

Ante esa incertidumbre que se avecina lo mejor es mantenerse discretamente al margen. Eso es lo que parece que están haciendo de momento los líderes conservadores de América Latina. Macri, Piñera o Duque ni se casan ni se distancian de su nuevo par. Los de la izquierda bolivariana no se han pronunciado. Desde Ecuador también la primera postura ha sido de tibieza con la distancia o cercanía que permita la cortesía diplomática. Toca esperar de momento, parece lo más sensato.