Celebración. El cumpleañero estuvo acompañado por su esposa y cadetes de la Escuela Superior de Policía.

El pedido de honradez de un policia de 100 anos

La banda de la Policía entonó el popular ‘Carnaval de Guaranda’ y Ángel Jarrín Infante no dudó en levantarse para sacar a bailar a su esposa, Francisca, su compañera de los últimos 65 años.

La escena no tendría nada de especial, salvo por un detalle: este coronel, en servicio pasivo de la Policía, celebraba junto a sus cinco hijos, catorce nietos y ocho bisnietos, un siglo de existencia. El festejo fue el 15 de marzo, en el norte de Quito. Hubo pastel, bocaditos y un trío de guitarras conformado por cadetes de la Policía.

El momento fue ideal para desempolvar un álbum de fotos. Allí estaba Ángel, el subteniente; Ángel, uno de los fundadores del Cuerpo de Bomberos de Quito, el maestro de educación física o el héroe de la guerra de 1941.

En la última imagen se detuvo y -con una memoria que envidiaría cualquier joven- relató, día a día, cómo se produjo la incursión peruana. Se entristeció al pronunciar la palabra “rendición” y sintió orgullo de haber salido en los medios, disparando contra un avión enemigo en Machala.

“Fui como apoyo a la frontera, junto a 30 policías. Éramos apenas 330 hombres tratando de defendernos pobremente frente al abrumador número de peruanos armados”, contó con nostalgia a EXPRESO.

Uno de los cadetes tomó la palabra, en medio del festejo, para agradecerle por ser el fundador de la Escuela de Carabineros, luego de estudiar cuatro años en Chile, y ser la inspiración para las nuevas generaciones de policías. Le pidió un mensaje para sus compañeros.

“Tengo 100 años, pero sé que hay un poco de irregularidades en la Policía. Les recomiendo que sean generosos y, ante todo, honrados. Sirvan a la comunidad, no se conviertan en un estorbo para que la gente los considere”, dijo Ángel.

Además de su labor como policía, la docencia fue otra de las pasiones de Jarrín. Fue profesor de educación física y editor de varias revistas de gimnasia en Quito y Riobamba.

Francisca aún recuerda que, los días que tenía franco, iba a los colegios para enseñar deportes, pero también inculcaba valores a los chicos.

“A veces en los colegios de curas y monjas, le pagaban con galletas y frutas. Él, agradecido, volvía cada semana. Nunca tuvo interés por el dinero y ese es el mayor legado que ha dado a la familia”, dijo.

La banda de la Policía entonó el popular ‘Carnaval de Guaranda’ y Ángel Jarrín Infante no dudó en levantarse para sacar a bailar a su esposa, Francisca, su compañera de los últimos 65 años.

La escena no tendría nada de especial, salvo por un detalle: este coronel, en servicio pasivo de la Policía, celebraba junto a sus cinco hijos, catorce nietos y ocho bisnietos, un siglo de existencia. El festejo fue el 15 de marzo, en el norte de Quito. Hubo pastel, bocaditos y un trío de guitarras conformado por cadetes de la Policía.