Los paisajes de la Antártica son de una belleza al mismo tiempo serena y salvaje, con islas rodeadas de hielos que flotan en el agua como cristales de color turquesa, como dicen por aquí, “hielo milenario”.

Venir a Antártica para mí es haber llegado al paraíso, por varias razones. Como ecuatoriana nacida en los Andes y enamorada del océano, me llena estar en un lugar donde las montañas cubiertas de hielo y nieve tocan directamente el mar. Aquí, aves marinas como cormoranes y pingüinos nadan libremente entre los hielos que flotan en el agua, y también se acercan con curiosidad cuando estamos en los trabajos de campo. Y más allá de la naturaleza, este continente representa la paz y convivencia entre naciones, que se fortalece a través de las ciencias.

Hace seis décadas entró en vigor el Tratado Antártico por el cual las únicas actividades militares permitidas en la zona son las de apoyo para la investigación científica y la protección de los ambientes antárticos y sus recursos. La Estación Científica Ecuatoriana Pedro Vicente Maldonado cumplió 33 años este 2 de marzo, lo cual celebramos al día siguiente (por el tiempo), con una cálida ceremonia entre las 30 personas que estamos, y en compañía de una delegación de la cercana Estación Prat. 

Las visitas de delegaciones de estaciones o embarcaciones son una bonita práctica local.  Desde el 21 de febrero en que llegué a la Estación nos han visitado de Perú, Turquía y Chile.  La primera fue de oficiales del buque peruano Carrasco, que nos trasladó de la Isla Rey Jorge a la estación ecuatoriana. La cooperación y apoyo entre naciones en Antártica es tangible, pero es necesario fortalecerla para que perdure.

Desde la perspectiva de diplomacia científica, Antártica es emblemática, con acuerdos internacionales que promueven la investigación científica en la zona. Así, científicas ecuatorianas pueden monitorear y hacer estudios en embarcaciones o estaciones de otros países, mientras investigadores de otras nacionalidades hacen sus trabajos en la estación ecuatoriana. 

En este contexto, el papel de la Cancillería es clave para dar continuidad y crear espacios colaborativos y de apoyo con otras naciones; mientras desde las ciencias se amplían los temas de interés en común, como por ejemplo, la mitigación y adaptación frente al cambio climático.

Mi proyecto aquí se enfoca en los impactos de la alteración en la química del agua marina, debido al CO2, sobre organismos antárticos marinos que usan carbonatos en sus estructuras. El proyecto es de tres años, lo planteamos con el Dr. Francisco Navarrete-Mier, del grupo Bioma Ecuatorial y Acidificación Oceánica (Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí); y participan Roberto Vallejo (Red Divulga Ciencia) y Jéssica Orrante-Alcaraz (Universidad Nacional Autónoma de México). 

Este primer año está dedicado a verificar la accesibilidad de los puntos de muestreo, la resistencia de los materiales de campo al oleaje y hielo, determinar qué se necesitaría para las siguientes expediciones con el proyecto, y elaborar la línea base de condiciones del agua costera frente a la estación Ecuatoriana. 

Es una experiencia desafiante e intensa, trabajando en la zona intermareal con el agua a 2°C, con ventiscas y nieve; con la incertidumbre de no saber si el tiempo permitirá muestrear en la marea planificada. En los muestreos en los botes zodiac hemos tenido ráfagas de viento que a veces no dejan girar para retornar. 

Todo ello, el pasar junto a lobos marinos, pingüinos y skúas mientras camino a los muestreos, sentir el aire seco y limpio, el viento y nieve en la cara, todo lo que me permite sentir que estoy en Antártica, me sabe a felicidad. Este es un lugar donde la incertidumbre, la emoción y la voluntad se funden en la naturaleza humana.

Pd. Mi agradecimiento al Instituto Oceanográfico y Antártico de la Armada, auspiciante de la expedición; especialmente a Mildred Barzola, Washington Valencia, Jefferson Medina, Jaime Amaguaya, Ronald Vera, Eduardo Jiménez, César Rosales, Edwin Morocho, Rubén Choto, Ma. Elena Tapia, por su apoyo en actividades de mi proyecto; y a todos los expedicionarios por hacer de esta estancia en Antártica una experiencia inolvidable. 

(*) Patricia Castillo Briceño  es integrante invitada de la XXVI Expedición Ecuatoriana a la Antártica 2023. Es bióloga marina y PhD en Biomedicina. Docente-Investigadora en la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí. Cofundadora de la Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas (REMCI). Representante de América Latina ante la Organización de las Mujeres en Ciencia para el Mundo en Desarrollo (OWSD).