Partidos al desnudo

Casi 300 organizaciones políticas han cumplido con los requisitos de inscripción en el Consejo Nacional Electoral (CNE) transitorio para competir en las elecciones seccionales de marzo del año próximo. Desde el organismo electoral indicaron a este diario que en el país existen más de cuatro millones y medio de adherentes a las agrupaciones políticas. Cifras que podrían dar la impresión de un gran fortalecimiento de la estructura partidaria en el país. Sin embargo, las encuestas hechas públicas en las últimas semanas lo que expresan es que casi la mitad de la población no sabe de la próxima cita electoral y es todavía mayor la cantidad de ecuatorianos que desconocen que el 24 de marzo se elegirá también a los miembros que conformarán el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social. El desinterés por los procesos electorales es una tendencia creciente en el país. Ya se sabe que los números siempre están abiertos a cualquier tipo de interpretaciones pero parece claro que la fragmentación del sistema de partidos es una clara evidencia de la desconexión electoral entre representantes y representados.

Tampoco es ninguna novedad este divorcio entre los partidos políticos y el electorado en Ecuador. Tradicionalmente en el país los desencantados votantes otorgan sus preferencias al mejor postor y los líderes políticos están dispuestos a ofrecer lo que sea a fin de conseguir mayor rédito en las urnas. La ideología queda orillada frente a los criterios clientelares. La configuración de las listas de candidatos ya comienza a dejar entrever este vicio secular. Alcaldes y alcaldesas que concurrieron en las pasadas elecciones bajo una bandera política ya se cambiaron de tienda enfundándose ahora otra camiseta que tiene pinta de más ganadora, algunos hasta por tercera, cuarta o quinta vez. Las sagas familiares se perpetúan en los gobiernos locales de padres a hijos o de esposos a esposas.

¿Quién elige a los candidatos y cómo? Llega la paradoja mayor porque muchos de ellos ya se han anunciado cuando el CNE asegura que se mostrará vigilante para que los procesos de primarias sean los encargados de poner los nombres sobre el tapete. Refrendar en las convenciones nacionales o provinciales las figuras que aparecerán en la papeleta es un trámite pendiente para dar barniz de legalidad a procesos definidos de antemano y en los que la militancia se limita a certificar lo que viene impuesto desde los líderes de los partidos. El regionalismo, el caudillismo y la inconsistencia de los electores siguen siendo los factores que marcan una vida política donde los partidos tienen una importancia menor como tales. Solo sirven para exteriorizar un logotipo y una marca, para vestir una camiseta, pero desnudos de contenido.