Entre paradojas y confusiones

La gestión económica del Gobierno se ha movido entre paradojas y confusiones. Según el secretario de la política, un día la situación fiscal es insostenible, el déficit de caja proyectado es de $5.000 millones, y el IESS está en “la quiebra”. Después de pocos días cambia la historia y todo está, básicamente, en orden. Se repite así el discurso del exministro de Finanzas quien, cuando ministro, aseguraba que la economía estaba en recuperación, para luego cambiar el discurso y expresar que estamos en una verdadera crisis.

Pronunciamientos como estos causan daño. Existe, por ejemplo, confusión en el tratamiento de la deuda pública. Mientras el exministro afirma que la relación deuda/PIB es del 38 %, el contralor concluye que es el 52 %, el secretario de la política la ha establecido en 69 %, y se han hecho estimaciones aún más altas. Si en un tema de fácil determinación numérica existen rangos tan altos de dispersión, es evidente que existe no solo una seria falla de conceptos en la formulación de las cuentas, sino que, además, las instituciones involucradas no cumplen con su trabajo.

Es, por otra parte, paradójico que se hable de crisis cuando de acuerdo con los pronunciamientos oficiales, como consecuencia de las acciones tomadas y el nuevo estilo de gobierno, la evolución del país es altamente positiva. El Presupuesto General del Estado, hay que recordar, fue aprobado por la Asamblea con un precio referencial del petróleo de $41,50 el barril, y durante el trimestre transcurrido este se ha situado casi $15, o 38 %, por encima de la proyección, y ello debería haber tenido un efecto altamente positivo sobre las finanzas públicas. Adicionalmente, con la tasa de control aduanero y otras acciones, se recuperaron los ingresos dejados de percibir luego de la terminación del período aplicable al IVA con tarifa de 14 % y a las salvaguardas arancelarias. Finalmente, el Gobierno aseguró su flujo con nueva deuda interna y externa por $7.500 millones para financiar gasto corriente, al tiempo que se anunció que habría un recorte substancial del gasto.

Todo resulta ser un espejismo. Las cuentas no cuadran. Los supuestos fallaron y los ingresos se desvanecieron. El clima es de zozobra. En estas circunstancias cabe preguntar: ¿qué pasó?, pero no hay respuesta que satisfaga.