Actualidad

Los paracaidistas se graduan en la montana

El imbabureño Héctor Terán abrazaba emocionado a su hija, la cadete Laura Terán, una de las ocho mujeres de un grupo de 177 nuevos paracaidistas de las Fuerzas Especiales del Ejército que ayer lograron su graduación luego de una prueba de cinco saltos

Procedimiento. Momento en que los soldados se alistan para embarcarse en las naves y luego saltar al vacío.

El imbabureño Héctor Terán abrazaba emocionado a su hija, la cadete Laura Terán, una de las ocho mujeres de un grupo de 177 nuevos paracaidistas de las Fuerzas Especiales del Ejército que ayer lograron su graduación luego de una prueba de cinco saltos de 1.200 pies de altura.

El examen se cumplió en las montañas de la población de Cerro Alto, en la provincia de Santa Elena, donde arribaron los cadetes y comandos que forman parte del grupo de alumnos de la promoción 230 de paracaidistas del país. En esta oportunidad el curso incluyó a damas que ahora también integran las fuerzas especiales.

“¡Lo logré, lo logré, papito, lo logré!”, expresó Laura al abrazar a sus progenitores, quienes estuvieron pendientes de su desempeño en el aire y de su arribo a la tierra. La cadete lleva tres años en el Ejército y forma parte de la Escuela Superior Militar ‘Eloy Alfaro’, de Quito.

La joven de 23 años considera que ser parte de las Fuerzas Armadas es un gran reto para las mujeres ecuatorianas.

Desde niña sintió atracción por ser parte de un reparto militar y aunque en principio a sus padres no les pareció buena idea que ella se enrole en el ejército, la chica logró convencerlos y ahora sus progenitores se sienten orgullosos.

La preparación de los nuevos paracaidistas se cumplió en la Brigada de Fuerzas Especiales Nº 9 ‘Patria’ de Latacunga. Los familiares de los graduados, en su mayoría originarios de la serranía ecuatoriana, no escatimaron esfuerzos para llegar al sitio donde se efectúo la práctica final.

Los civiles se apostaron en las faldas de las montañas a la espera de los aviones que despegaban desde el aeropuerto de Salinas y que transportaban a los valientes soldados, quienes al llegar al lugar procedían a los respectivos saltos.

Provistos de binoculares o cámaras de largo alcance se podía observar en el cielo a los soldados que atravesaban los cerros. El espectáculo en el aire llamó la atención de los comuneros y turistas, que hicieron un alto a sus actividades para mirar las destrezas de los uniformados.

“Mi aspiración siempre fue volar y hoy me siento feliz. Este logro va dedicado a todos mis familiares que creyeron en mí. El entrenamiento ha sido duro, pero hemos conseguido la meta, valió el sacrificio”, manifestó Érika Castillo, otra de las mujeres paracaidistas de las fuerzas especiales del ejército.

Los aplausos de los presentes para los recién graduados no se hacían esperar. Los uniformados llevando sus paracaídas bajaban de los cerros en grupo en donde les tocó caer y lo hacían entonando canciones de motivación del ejército. Sus familiares, llenos de entusiasmo, corrían a sus encuentros para felicitarlos por el logro.

Programa

Una mezcla de orgullo y nervios

Los padres de los soldados no lograban ocultar sus nervios en cada uno de los saltos. Al final de la jornada compartieron besos y abrazos.