El papa Francisco fustigó ayer en el Vaticano, durante el Jubileo de los enfermos y los discapacitados, a los sacerdotes que no acogen a todo el mundo en su iglesia, sugiriéndoles que es mejor cerrar sus puertas que rechazar a ciertas personas.

Jorge Bergoglio reaccionó con emoción a una pregunta de una niña italiana, Serena, que le decía que no se sentía bien acogida en su parroquia y que no entendía por qué no podía comulgar.

“Serena, me pones en un problema, ¡si te dijera lo que pienso! Has hablado de una de las cosas más feas que existen para nosotros: la discriminación”, le dijo.

El pontífice argentino recordó que, a principios del siglo pasado, Pío X escandalizó a la Iglesia por sugerir que la comunión tenía que ser administrada también a los niños. Francisco destacó la importancia de preparar este sacramento, ya sea un niño o un adulto, una persona enferma o no. AFP