La pandilla y la conmocion

La estrategia del Gobierno para generar la expectativa y preparar a la población a recibir “duras” medidas se demostró escogiendo al vicepresidente, ya que goza de menor desgaste y mayor credibilidad.

Cabe cuestionarse: ¿las medidas resultaron necesarias y de la dureza que se esperaba? Fueron menos duras de lo esperado, pero era la forma más adecuada de salir de la ruina en que nos dejó Correa y compañía, tras 12 años de llevarse el oro, el dinero existente del petróleo y el prestado a chulqueros, dejando el “pagaré” a ser cancelado por el pueblo.

¿A quién beneficiaba el subsidio de los combustibles? A los traficantes de combustible en las fronteras norte y sur del país; al narcotráfico y narcoguerrilla que lo compraban barato para sus campamentos, lanchas y como precursor para la fabricación de cocaína.

¿Quién pagaba el subsidio? Todos vía impuestos, subida de aranceles, etc. ¿Los dirigentes del transporte defienden al pueblo? Como empresarios defienden su negocio. Muchos de ellos viven en “pelucolandia”, tienen flotas de taxis, camiones, buses, tanqueros, etc., importados libres de aranceles, y ruedan compensados con combustible pagado en parte por el Gobierno, vía tarjetas de cupo prepago. Paralizar la circulación de calles, carreteras y suspender la transportación, genera conmoción social; constituye delito, viola la Constitución haciéndole el juego a la pandilla correísta, que incendia la nación para desestabilizar al Gobierno con la intención de amedrentarlo para que blinde la impunidad que les permite seguir gozando de lo atracado, sin devolver un centavo.

La conmoción generada por la convocatoria de la dirigencia transportista, interrumpiendo la circulación, suspendiendo la transportación, distrajo a la policía, creó el entorno para los desmanes delincuenciales, reeditando libreto del 30-S, esta vez para forzar al Gobierno a declarar la emergencia, movilizar a las FF. AA. a que frenen el vandalismo y luego tacharlo de represor.

No caigamos en el juego correísta y de los políticos oportunistas, el juego de la conmoción para la desestabilización.