El Estado palestino

El 7 de enero el Parlamento israelí aprobó un controvertido proyecto de ley apoyado por el Gobierno de Benjamín Netanyahu, que permitiría legalizar 4.000 viviendas en colonias construidas en tierras privadas palestinas en Cisjordania ocupada, lo que ha suscitado fuertes críticas en la comunidad internacional, sobre todo en la Unión Europea. Aunque Israel distingue entre colonias reconocidas o no por sus leyes, para la comunidad internacional todas las colonias, o sea las implantaciones civiles israelitas en tierras ocupadas, son ilegales y por tanto un obstáculo mayor a la firma de un tratado de paz entre Palestina e Israel. Como se ha dicho con razón, la nueva ley daría un vuelco al derecho de propiedad en los territorios ocupados por Israel desde 1967, donde cerca de 400.000 colonos israelitas habitan ya en Cisjordania bajo la protección del Ejército israelí, que ocupa el territorio, en coexistencia tensa con 2,6 millones de palestinos que esperan la creación de un Estado palestino independiente, del que Cisjordania sería parte.

El ministro de Educación y líder del partido ultranacionalista israelí Hogar Judío, Naftali Bennett, fue aún más frontal al decir que Israel “ha pasado del carril que conducía a la creación de un Estado palestino al de la aplicación futura de la soberanía israelí en Judea y Samaria” (nombres bíblicos de Cisjordania), lo que de hecho corta de tajo la posible solución de los dos Estados como salida del conflicto.

El secretario de Estado de EE. UU., John Kerry, en un discurso pronunciado hace pocas semanas, dijo que Israel “no tendrá nunca paz verdadera” con el mundo árabe si no alcanza un acuerdo basado en que israelíes y palestinos vivan en sus propios Estados”, tensando más las relaciones entre EE.UU. e Israel, luego de que Washington allanara el camino para la aprobación de una resolución de NN. UU. a mediados de diciembre anterior, que exigió el fin de la construcción de asentamientos por parte de Israel. Pero preocupa sobre todo que Trump haya condenado la postura del gobierno de Obama hacia Israel, poco antes de que Kerry diera su discurso contra la política de los asentamientos israelíes en Palestina. Una muy mala señal de lo que puede ser el gobierno republicano que en pocos días asumirá su mandato.

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