Elecciones. Alejandro Domínguez ocupaba el cargo interino en el organismo por Napout. Ayer en los sufragios fue respaldado.

El oro del diablo

El petróleo, más que bendición parece ser una terrible maldición. Por eso es que los realistas o los temerosos de siempre lo calificaron con el nombre que titula este artículo. Enriquece como tentación y luego destruye como efecto. También se lo conoce -sin olvidar al metal dorado que enloqueció a los conquistadores españoles que llegaron a la América y buscaron “El Dorado” desesperadamente por toda nuestra geografía- como el “oro negro”, por el oscuro color de la sustancia que yace en las entrañas de la tierra. Y es que se trata de un producto tan necesario para mover al mundo moderno. Ese mundo que depende o se beneficia cada vez más de la llamada tecnología de punta, que parece haber convertido la antigua magia de los cuentos de hadas y hasta de Las mil y una noches en una patente realidad. ¿Es que acaso los aviones no sustituyen a las alfombras voladoras y las pantallas de la televisión o la computadora no son como las tradicionales bolas de cristal en las que las llamadas videntes adivinaban el porvenir de sus clientes?

Todavía no se ha encontrado un sustituto de ese líquido oscuro que, como vital energía, mueve las máquinas de las que dependemos desde la época industrial decimonónica y que se necesita para la movilidad universal que se produce en calles, avenidas y carreteras, con los indispensables automotores que se alimentan de lo que es la sangre para los humanos, en las estaciones de servicio, también llamadas gasolineras.

Y es ese oro satánico el que, al parecer, nos ha metido en las épocas de las vacas flacas. Porque como país petrolero que somos desde los tiempos del general “Bombita”, el petróleo sustituyó al banano, que había sido el “sueldo” del Ecuador. Y cuando el barril de crudo tuvo su precio internacional más alto, parece que enloquecimos y gastamos a manos llenas, sin prevenir un derrumbe del precio por la aparición del esquisto que los gringos guardaban como reserva, y ahora, además, con el regreso de Irán al mercado, luego de que se le perdonó la vida por meterse a fabricar bombas atómicas.

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