La organizacion construye
La semana pasada concluyó en el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) la segunda etapa del programa de Aceleramiento del Emprendimiento Regional, REAP por sus siglas en inglés, donde participa un equipo de Guayaquil, cuyo propósito es contribuir a facilitar las condiciones para la innovación y el emprendimiento, tanto en la ciudad como en su área de influencia. Guayaquil asiste junto con ciudades como Oslo, Sídney, Nápoles o Monterrey. A lo largo de dos años se trabaja intensamente bajo la metodología desarrollada por MIT respecto de políticas públicas, esfuerzos del sector privado, educación dirigida a la innovación, desarrollo de instrumentos de financiamiento, y otras medidas esenciales para la creación de ecosistemas de emprendimiento.
Habíamos escrito semanas atrás que Medellín ha hecho un gran trabajo, pero ciudades muy desarrolladas como Oslo o Leeds tienen la humildad de ir a aprender con el ánimo de ser más competitivas, y compartir sus aciertos y errores. Teniendo la suerte de integrar el equipo que acudió por Guayaquil, mi aprendizaje más importante en esta etapa es que la habilidad trascendente que tienen las ciudades-regiones que van un paso adelante es su capacidad de diálogo para alcanzar acuerdos básicos. Estos acuerdos no son el resultado de asambleas populares de masas, sino el acuerdo de líderes legítimos en sus posiciones, que han interpretado las necesidades de la comunidad y las tendencias en el mundo, y establecen una agenda de puntos esenciales para mejorar la calidad de vida de la población. Esta agenda es inmutable al cambio político, pues el fin mismo del trabajo conjunto es lograr un salto grande en la calidad de vida del ser humano. Al final, siempre estos programas te mandan a estudiar historia. Como escribiría Yuval Harari en su estupendo libro Homo Deus: es la cooperación organizada lo que permitió que Roma conquiste Grecia. La pregunta es si seremos capaces en Guayaquil de trabajar todos por una agenda de largo plazo, o sucumbiremos ante el egoísmo y la figuración.
Al menos yo le tengo una fe inmensa a la gente de Guayaquil.