
Orden de prision para sospechoso de presunto terrorismo en agencia bancaria en Naranjal
El hombre fue detenido la madrugada de este 16 de noviembre tras el cotejamiento de huellas dactilares. El intento de robo sucedió en agosto.
El juez Wilmer Tapia ordenó la prisión preventiva de Víctor Hugo Paladines Pinargote, quien fue detenido por su presunta implicación en el violento intento de robo a una agencia bancaria ubicada en el cantón Naranjal, provincia del Guayas.
La Fiscalía informó en su cuenta de Twitter que el aprehendido fue procesado por el delito de terrorismo, al crear conmoción el pasado 30 de agosto, con la utilización de explosivos adheridos al cuerpo de empleados de BanEcuador, ubicado en la vía Panamericana.
Ese día, una empleada del banco y un guardia de seguridad fueron interceptados por personas desconocidas en Milagro, cuando se dirigían a su lugar de trabajo. Ambos, bajo amenazas de daño a sus familias, fueron obligados a colocarse chalecos con cables que, a decir de los sujetos, estaban conectados a material explosivo. El objetivo de los antisociales era que ambos empleados del banco lleguen a Naranjal y saquen todo el dinero de las bóvedas, y para ello les daban indicaciones vía telefónica.
Sin embargo, la policía fue alertada y acudió al lugar. En ese momento se desplegaron varios equipos de agentes, incluso vía aérea. Con la ayuda de canes adiestrados, los agentes confirmaron que las conexiones que portaban los chalecos de los empleados no contenían ningún tipo de material explosivo.
Los empleados fueron retirados con protección policial y llevados hasta el hospital cantonal para una valoración médica y psicológica. Los alrededores de la entidad bancaria se cerraron al tráfico vehicular y peatonal. Dos cuadras a la redonda estuvieron custodiadas por agentes del orden, y unidades especializadas sacaron los supuestos materiales explosivos para proceder a una detonación controlada en medio de la vía.
El 16 de noviembre, en su cuenta de Twitter, la Policía informó que la captura de Paladines ocurrió en el cantón Portoviejo, provincia de Manabí, “gracias al cotejamiento de huellas dactilares e investigaciones realizadas, en coordinación con la Fiscalía”. PVC
La historia de una de las víctimas
“Me enseñaron una bala que sería para mí”
No puede contener la lágrimas. Desde la clandestinidad, la empleada del banco que fue abordada por seis delincuentes para intentar asaltar la agencia de dicha entidad en Naranjal, narra cómo ocurrieron los hechos. Aquella mañana salió de su casa hacia el trabajo. Tomó una mototaxi que la trasladó hasta la vía principal, donde acostumbra a esperar el bus que la lleva a Naranjal.}
Pasadas las 07:00 pasó un vehículo rojo con su compañero, el guardia que también fue sometido por los ladrones, a bordo. “Ingeniera, vamos”, le habría dicho el celador, invitándola a subir al carro para trasladarse hasta el banco. Notó que su compañero estaba pálido y que su comportamiento no era normal. Subió. Recuerda que el conductor, hombre de entre 30 y 32 años, recibió una llamada telefónica. Ella no le prestó importancia. Lo que sí le llamó la atención es que el recorrido fue por la parroquia Virgen de Fátima.
“Ese chico iba rápido. Nadie decía nada. Le pregunté a mi compañero si le pasaba algo, pero no me respondió. Pensé que no me había escuchado por la música de la radio”. Al pasar el recinto Villanueva hicieron una parada porque una camioneta de color blanco estaba a un costado de la vía. En ese momento el conductor se bajó porque supuestamente se trataba de un amigo con el que intercambiaron un par de palabras. Luego de eso continuaron con la marcha. A pocos minutos de llegar a Naranjal, tras una segunda llamada telefónica, el conductor giró vehículo en U para regresar y fue en ese momento cuando empezó lo peor. Dos sujetos más, con aliento a licor y con un arma de fuego, subieron para amenazarla. Uno de ellos le mostró fotografías de ella saliendo de su casa y le dijo que llevaban varios meses vigilándola. “Uno de los tipos parecía que estaba como drogado, hediondo a licor. El otro me decía que lo único que querían era que les colabore, que les saque la plata para que no me pase nada a mí ni a mi familia. Estaba nerviosa”.
Los delincuentes, cuatro en ese momento, entraron por una guardarraya hasta en una bananera. Allí los bajaron a ella y al guardia, quien, al parecer, ya tenía colocado el chaleco con los supuestos explosivos. Dos sujetos más llegaron repitiéndoles las amenazas y lo que debía hacer. Le colocaron la prenda con los cables que supuestamente estaban conectados a una bomba. “Ese que estaba como drogado me enseñó una bala, se la puso en la mano y me dijo que esa sería para mí si es que no hacía lo que me pedían. Incluso decía que me cortarían un dedo. Les decía que no me hagan daño”.
Antes de ingresar al banco les habrían dado las últimas indicaciones. Al guardia lo tenían a un costado y a ella le colocaron un celular con auriculares y llamada abierta para escuchar lo que decía. “Me preguntaron cuánto dinero había en la bóveda y no creían la cantidad que les decía. Sabían que un día antes nos había llegado dinero, sabían que era la encargada de esa área”.
Supuestamente, el trabajo de los pillos era dejar a la pareja afuera de la entidad bancaria. El plan era que ella subiera, sacara el dinero de la bóveda y lo colocara en unas fundas que ellos le dieron. Sin embargo, el procedimiento se truncó porque alguien presionó el botón de pánico.
“Cuando llegué una compañera se dio cuenta de que algo pasaba porque me vio llorando. Quiso abrazarme y le dije que no, porque estaba con esos explosivos y tenía miedo que algo pasara. Le dije es que quería hablar con el gerente”. El gerente le sugirió que entregara el dinero, que su vida no corriera riesgos. Pero ella estaba confundida, pues si accedía a las exigencias de los hampones debía bajar con las fundas y entregarlas.
“Iban a decir que era cómplice y si no me mataban me iban a cobrar todo ese dinero a mí”, pensó. El guardia estaba en un cuarto, mientras que ella acudió al baño, llorando y pidiendo a Dios que la ayudara. “Escuché que patearon las puertas y pensé que eran los ladrones que se habían metido. Me metí a la bóveda y salí cuando vi que eran los policías que habían llegado”.
Pese a la presencia de los agentes, la mujer seguía con pánico por el chaleco. Sus compañeros se mantuvieron alejados por temor a que estallara. Fueron casi dos horas de angustia hasta que la Unidad Antiexplosivos de la Policía llegó para retirarle la prenda a ella y a su compañero. Agentes del Grupo de Intervención y Rescate les dieron seguridad en todo momento. Mientras dura la investigación, les asignaron protección a ella y su familia. ML
#AHORA | #Guayas: por pedido de #FiscalíaEc, juez Wilmer Tapia dicta prisión preventiva contra Víctor Hugo P. P., por presunto terrorismo al crear conmoción en #Naranjal, el pasado 30 de agosto, con la utilización de explosivos adheridos al cuerpo de empleados de @BanEcuadorBP. pic.twitter.com/jB4mWoP52L
— Fiscalía Ecuador (@FiscaliaEcuador) November 16, 2019