La olla de presion

¿Saben lo que sucede cuando a una olla de presión se le bloquea la válvula que permite liberar el vapor acumulado en exceso? Sí, estalla. La razón es sencilla: la presión que se ha ido acumulando en el recipiente cerrado finalmente escapa de forma violenta. La metáfora aplicada a lo que sucede en nuestro país es clara: un grupo social marginado por siglos, utilizado a conveniencia y denostado cuando no era necesario, ha estallado.

¿Recuerdan quién se refería al movimiento indígena como “ponchos dorados”? ¿O como cuatro pelagatos que apenas representan al 2 % de la población? ¿Quién fue el estúpido que dijo eso? Sí, el mismo que durante una década se dedicó a perseguir y destruir a las organizaciones sociales, ya fueran maestros, trabajadores o campesinos. El que en estos días se ha frotado las manos soñando con su regreso.

Lo sucedido ha sacado a flote lo peor del Ecuador y ha evidenciado que somos un país esquizofrénico. Aquí se han mezclado grupos políticos inescrupulosos que han querido aprovecharse de reivindicaciones justas, delincuentes comunes asalariados e infiltrados con la consigna de destruir lo que encontraran a su paso y dirigentes sociales desconectados de sus bases. Han circulado comentarios racistas de quienes no han aprendido a reconocerse a sí mismos y para quienes los indígenas no son más que el adorno de una postal bucólica. “Izquierdistas” que han denostado de los empresarios, cuando la mayoría son los dueños de medianos y pequeños negocios, o del FMI pero que nunca cuestionaron el que nos hubiéremos entregado a los fondos chinos.

Súmenle a esto una asamblea ausente y desconectada de la realidad, un sistema de inteligencia que no supo advertir lo que se venía, una policía desbordada por la magnitud de los hechos, violencia generalizada en las calles y en las redes sociales, una clase política que no ha sabido entender la complejidad de la situación y un gobierno débil, con medidas tardías e incompletas. No hay vencedores ni vencidos, todos perdimos. Luego de esto el país no será el mismo, ojalá cambie, pero para mejor.