Hoy 09:46 saldrá el ecuatoriano en la etapa 21, una contrarreloj de 17 kilómetros que acabará en la icónica Arena Verona, donde se coronará al campeón.

El Olimpo lo espera

Hoy 09:46 saldrá el ecuatoriano en la etapa 21, una contrarreloj de 17 kilómetros que acabará en la icónica Arena Verona, donde se coronará al campeón.

Falta un paso para el Olimpo. Richard Carapaz entra hoy a la última etapa del Giro de Italia portando la Maglia Rosa y como el principal candidato para quedarse con el primer lugar. Ayer mantuvo la ventaja de casi dos minutos sobre Vincenzo Nibali y amplió la diferencia con Primoz Roglic.

El ciclista carchense de 26 años fue muy inteligente, fuerte y decidido para salvar una etapa complicada. No lo hizo solo, su equipo trabajó en todo momento para él, principalmente en los intentos de fuga de sus perseguidores en la clasificación general. Aunque Carapaz también trabajó para Mikel Landa.

Al final, el podio de la etapa 20 fue para el español Pello Bilbao de Astana (1°), Landa (2°), Giulio Ciccone (3°) y Carapaz (4°).

Más allá de la estrategia utilizada, que salió casi a la perfección, la nota que hizo diferente esta fase para el tricolor fue una motivación extra: su familia.

En la salida, en Feltre, Richie vio unos segundos a su esposa, Tania Rosero, y a sus hijos: Richard Santiago y Sofía. Fue solo un pequeño saludo. Él estaba concentrado en el trabajo precompetitivo cuando ellos llegaron acompañados por sus amigos Santiago Alvarado y Omar Chamorro. Los saludó por menos de cinco segundos y volvió a enfocarse en la carrera.

La familia de Carapaz arribó a Italia la noche del sábado y recién ayer pudieron verlo de cerca. “Viajamos mucho solo para apoyarlo en esta parte de la carrera. Ya falta poco, estamos muy emocionados”, reconoció Tania a EXPRESO.

Es la primera vez que la mujer lo acompaña en una competencia, pero vale la pena el esfuerzo, ya que se trata del Giro, agregó. A ella le llamó mucho la atención todo el control y organización que existe para cada evento, ya sea deportivo o comercial.

Mientras el tricolor peleaba por las Dolomitas bajo un intenso calor, su familia también se acercaba a la meta en Monte Avena, una locación en la montaña, que serviría como punto de encuentro.

Gracias a que fueron en auto, estuvieron en la zona de invitados antes del final de la carrera, justo cuando Carapaz ya estaba peleando en la última cuesta de siete kilómetros. Aquella en la que se definió la etapa y prácticamente el Giro.

Cuando Carapaz cruzó la meta y fue felicitado por Vincenzo Nibali con un golpecito en la espalda, a modo de reconocimiento de la gran carrera que hizo, su familia buscó un espacio entre los aficionados para ir hacia las carpas de recuperación. Allí sí, con algo más de tiempo, Richard pudo abrazar a todos. Conversó con ellos nuevamente un par de minutos hasta que fue llamado para la ceremonia de premiación.

Mientras la Locomotora lanzaba la champaña de líder, su hijo gritaba “que viva el Carchi, carajo”. Él estaba en los hombros de Chamorro y miraba la premiación desde un costado de la tarima. Varios fotógrafos voltearon a verlo, pero nadie entendió lo que dijo, salvo Carapaz, quien sonrió con complicidad.

Minutos después de que el ciclista cumplió con su agenda, al fin pudo cargar a su niña y darle un beso. Pero lamentablemente ya tenía que retirarse de Monte Avena, así que la bajó de sus brazos. Sofía no quería separarse de él y empezó a llorar y a pedirle que fueran a casa. Su madre, con algo de tristeza, la consoló mientras Carapaz se retiró con los encargados de la logística de Movistar.

De todas maneras, Richard ya tuvo su mejor recompensa: estar de nuevo con su familia. Hoy buscará el mejor día de su vida deportiva, el día de levantar el trofeo de campeón del Giro, algo nunca antes conseguido por un ecuatoriano.