Ojo con las encuestas

Lo ocurrido en Colombia nos lleva a pensar que el ciudadano, cuando se trata de profundas decisiones, tiene sentimientos difícilmente visualizados por las encuestas. Estas, para muchos políticos su libro de cabecera, encierran datos muy pocas veces contrastados con la temperatura que asumen los procesos electorales. Un claro ejemplo de ello se dio en las elecciones presidenciales de 1996. Los resultados de la primera vuelta le dieron el triunfo a Jaime Nebot, con un porcentaje reducido que no se adecuaba a lo esperado por los propulsores de su candidatura. Ante ello, uno de los líderes del PSC de ese entonces señaló que teniendo como contendor a Abdalá Bucaram el triunfo en la segunda se daba por descontado. Se apoyaba este personaje en unas encuestas elaboradas al arrancar la campaña y en las que se decía que, pasando Nebot a la segunda vuelta y teniendo como contendor a Bucaram, el rechazo contra este era, de tal manera enorme, que el resultado del pronunciamiento de las urnas el 7 de julio de ese año sería contundente, impresionante, catastrófico. Las mediciones que le sirvieron de base a ese político decían que el rechazo al líder del PRE llegaba al 70 %.

Ese domingo electoral aún está presente en la retina de quienes lo vivimos. Al bulevar llegaron cientos de partidarios del candidato socialcristiano, cuando la información a boca de urna empezó a difundir que la ventaja sacada por este a su seguidor era sumamente pequeña, no mayor de cien mil votos. Pocos minutos después la tendencia cambió y los datos se revirtieron. Bucaram pasó a la delantera y terminó ganando. A las siete de la noche las calles de Guayaquil recibieron a miles de fervientes seguidores que, al grito de “un solo toque...”, colmaron con su emoción el espacio público y arrinconaron el sentimiento herido y las no pocas lágrimas de quienes sufrieron esa dolorosa derrota.

El acontecimiento se ha interpretado de muchas maneras, pero poco ha servido para que los políticos ubiquen a la encuesta en su verdadero, y muy relativo, lugar.

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