Desacuerdos. Luis Pachala, coordinador de CREO, pensativo, se rasca la cabeza. Fabricio Villamar mira con desconsuelo. Este bloque no es bloque.

Es oficial: el Pleno enloquecio

Ayer se aprobaron las resoluciones más absurdas de la historia legislativa. Los temas importantes (comisiones, Arroz Verde...) quedaron para otro día.

Las tres comisiones en disputa, cuya conformación definitiva debió ser resuelta ayer por el Pleno, siguen inactivas por falta de acuerdos. El caso Arroz Verde, para cuya investigación debió conformarse ayer una comisión ocasional, quedó para otro día. Mientras tanto, la Asamblea Nacional ocupó toda la mañana para entregarse en brazos del absurdo: aprobó una resolución retórica en la cual los legisladores se exhortan a sí mismos y otra para recuperar la vigencia de dos leyes derogadas por medio de una fe de erratas. La legislatura de César Litardo toca con determinación las puertas del señor Ripley.

Todo ayer fue de antología, empezando por las solicitudes de cambio del orden del día. El correísta Augusto Espinosa (no en vano exmilitar) pidió, en nombre de la organización, la productividad y la disciplina, establecer horarios fijos para el funcionamiento del Pleno. Se quejó de la incertidumbre sobre la hora en que comienzan y terminan las sesiones; habló de las obligaciones familiares, de los viajes “a territorio”, de la hora de cierre de los noticieros, de los ritmos de lactancia, en fin: le molesta al honorable trabajar horas extras. En consecuencia, exigió regularidad en las convocatorias. Su petición fue rechazada.

Sí se acogió a debate, en cambio, y sin duda será aprobada en una próxima sesión, la propuesta que Sebastián Palacios (SUMA) presentó con la mejor de las intenciones: consagrar el 2 de junio, en homenaje a la victoria de Richard Carapaz en el Giro de Italia, como el Día Nacional del Ciclismo. Resoluciones como esta, que instauran fechas clásicas de los motivos más diversos (ayer mismo, en otro contexto, Henry Cucalón bromeaba con “el día del cangrejo”) se aprueban con tanta generosidad en el Pleno que pronto no quedará día libre en el calendario. El 2 de junio, de hecho, ya está ocupado: es el Día Internacional de la Trabajadora Sexual.

Lo que vino después sobrepasó los límites de lo pintoresco. Se discutió un proyecto de resolución que exhorta a los asambleístas (es decir, los propios legisladores se exhortan a sí mismos, en un alarde de autosugestión) a continuar con su trabajo legislativo en beneficio de la niñez. Más de una hora duró el debate. Tiempo que, bien mirado, pudo dedicarse perfectamente a legislar en beneficio de la niñez.

La correísta Mónica Alemán relacionó este punto con la propuesta de su coideario Augusto Espinosa sobre el horario de las sesiones, cuya desaprobación lamentó profundamente. Se refirió, en primera persona del plural, a las asambleístas madres en período de lactancia y, acaso pensando en el suyo, preguntó: “¿En dónde quedan los niños?”. Luego se escandalizó de que hubiera menos periodistas presentes para escuchar estos delirios autorreferenciales que para cubrir el juicio político de María Fernanda Espinosa. Que le parece una cuestión menos importante, dio a entender. Tras concluir el debate, la autoexhortación fue aprobada por unanimidad de los presentes.

Si hasta este momento las cosas se movían en el registro de lo folclórico, pronto desembocaron en los terrenos de lo absurdo: el siguiente punto del orden del día trataba sobre la aprobación de una “fe de erratas” aplicable a una ley ya aprobada y publicada. Ocurre que en la Ley del Adulto Mayor, votada por unanimidad el pasado 9 de mayo, se coló un error indeseable. El texto que se envió al Registro Oficial para su publicación contempla una disposición derogatoria que afecta a dos importantes leyes tributarias: la Ley Orgánica de Incentivos a la Producción y Prevención del Fraude Fiscal y la Ley para el Equilibrio de las Finanzas Públicas. Más de cien artículos, reformas y disposiciones fueron dados de baja de un plumazo. Con ello desaparecieron varios impuestos a los consumos especiales, incluido el que grava los cigarrillos, y algunas disposiciones relacionadas con los paraísos fiscales.

El debate público estaba servido. No faltó quien atribuyera el error a la agenda oculta de algún asambleísta moviéndose en la sombra. Puede ser. Pero hay otra posibilidad más verosímil: cuando se trata de aprobar textos en beneficio de la niñez o de los ancianos, del mazapán o de los cóndores, aquí se vota a favor sin enterarse bien de qué va la cosa. Lo cierto es que ayer todos los asambleístas admitieron no haber leído con detenimiento el texto, lucieron sinceramente arrepentidos y se mostraron dispuestos a enmendar el error. La propuesta sobre cómo hacerlo vino de Jaime Olivo, de Pachakutik, y viola todas las normas del procedimiento jurídico y de la lógica, pese a lo cual fue aprobada por mayoría simple: la mitad más uno de los presentes.

Publíquese en el registro oficial la siguiente fe de erratas: donde dice “quedan derogadas las leyes A y B” debe decir “quedan derogados el capítulo 8 de la ley A y el artículo 5 de la ley B”. Si el correísmo reformaba códigos orgánicos mediante decretos presidenciales, la Asamblea de César Litardo vuelve a la vida leyes derogadas por medio de resoluciones. La paradoja es que fueron precisamente los correístas quienes llamaron la atención sobre semejante barbaridad. Marcela Aguiñaga se rasgó las vestiduras. Dijo que la Asamblea “quedó por el suelo”; dijo “resolución burda”; dijo “idea grotesca”. Explicó que, por tratarse de leyes tributarias, la única manera de enmendar el error pasa por la Presidencia de la República, que debe enviar a la Asamblea un proyecto económico con el carácter de urgente. Que cualquier otro procedimiento, advirtió, podría ser apelado por inconstitucional.

A Litardo trataron de convencerlo en todos los tonos. Fabricio Villamar, de CREO, y el correísta Cristóbal Lloret discutieron largamente con él en su escritorio. Se los vio desesperarse. No hubo forma. Con los votos del oficialismo, el BIN, el BADI y el disminuido bloque de CREO que coordina Luis Pachala (y del que se desentienden Villamar y Roberto Gómez), se aprobó la primera fe de erratas de la historia de la legislación ecuatoriana.

En estas cosas importantes ocupó su tiempo ayer la Asamblea Nacional. Y como aquí no se trabaja ni los viernes ni los lunes, las minucias quedaron (si acaso) para el martes de la próxima semana.

Acuerdo legislativo

3 comisiones en el limbo

Tres comisiones legislativas (Educación, Derechos de los Trabajadores, Gobiernos Autónomos) siguen en acefalía y, en consecuencia, llevan tres semanas de inactividad absoluta. Ayer, por disposición del CAL, el Pleno debió resolver el problema. Pero no hubo acuerdo entre las bancadas y el presidente César Litardo prefirió dejarlo para la próxima semana.