La OEA quiere actuar

Ayer, al tiempo que el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos ha convocado a los ministros de relaciones exteriores de la región (el órgano de mayor representación después de la Asamblea General) para analizar la crisis de Venezuela, la canciller de ese país iniciaba los procedimientos para separarse de la misma.

Al fin, la Organización decidió pasar de las deliberaciones sobre el caso Venezuela a la búsqueda de decisiones que contribuyan a resolver una situación absolutamente insostenible. Más de año y medio ha transcurrido sin planteamientos concretos que procuren una salida y, de no actuarse con sagacidad y prontitud, pueden multiplicarse los ya lamentables y trágicos acontecimientos.

Todo ello en razón de lo acumulado por la inercia de los gobiernos que, pese a la actitud diligente sobre el tema del secretario general de la OEA, Luis Almagro, en sus dos años de gestión, por diversas razones, habían mantenido una posición más bien ambigua. Ahora, cuando ya son treinta los fallecidos en los disturbios, aunque no se ha puesto en vigencia el procedimiento sugerido por Almagro de aplicar la Carta Democrática, la sola convocatoria calificada como injerencia inaceptable por la cancillería de Caracas, ha dado lugar a expresar la voluntad presidencial venezolana de abandonar el organismo.

Es de esperar que, más allá de una retórica ya largamente escuchada, los cancilleres tengan instrucciones suficientes y precisas de sus gobiernos, de modo que puedan propiciar resoluciones concretas en la reunión de hoy.

Lamentablemente, el Ecuador, que en su tradición de relaciones internacionales ha mantenido una conducta coherente con una permanente adhesión en sus votos a la plena vigencia del respeto a los derechos humanos, en esta ocasión, reiterando su oposición -junto con Nicaragua y Bolivia- a la convocatoria en mención, con seguridad también irá a contracorriente de un clamor americano que busca una salida incruenta a la tensión de la patria de Bolívar.

Mientras tanto, en opinión de muchos observadores, Venezuela está en vías de constituirse en un Estado fallido, en razón de las múltiples crisis que lo atraviesan, agravadas ahora por la violencia y muerte que agita sus calles.

Ojalá la reunión de cancilleres encuentre la fórmula que le devuelva la paz.