
Ambato: obra millonaria olvida a los peatones en el intercambiador de Izamba
El bulevar peatonal del intercambiador en Izamba está con maleza, basura y oscuridad.
En el corazón de la parroquia Izamba, al norte de Ambato, se construyó el intercambiador vehicular más grande del Ecuador. Una moderna infraestructura de más de 1.200 metros de longitud, construida para aliviar el tráfico en una de las zonas más congestionadas de la ciudad.
Sin embargo, la cara peatonal de esta megaobra -el bulevar- permanece descuidada, insegura y sin ser oficialmente entregada a la comunidad, según Cristian Ronquillo, presidente del Gobierno Parroquial.
La obra fue construida en 14 meses, con una inversión de 5.5 millones de dólares financiados por el Banco de Desarrollo del Ecuador, y habilitó el paso vehicular en el 2022 durante la administración del entonces alcalde Javier Altamirano.

Una zona que espera atención
Si bien el tránsito vehicular ha mejorado visiblemente, el área superior destinada al peatón, un bulevar diseñado para ofrecer esparcimiento, seguridad y dinamismo económico, ha quedado en el abandono.
“Maleza, basura, oscuridad. Eso es lo que se percibe en el boulevard. A pesar de que se planificó desde el 2006 como una obra prioritaria, aún no se la ha entregado oficialmente”, señala el presidente del Gobierno Parroquial de Izamba. “Se han enviado oficios a la actual administración, pero no hay respuesta”.
El bulevar es un tramo peatonal que recorre la parte superior del intercambiador. Fue concebido como un espacio comunitario con iluminación LED, ductos de ventilación, jardines y senderos.
Incluso se integró una escultura artística elaborada con 220 kg de fundas plásticas recicladas, como símbolo de sostenibilidad.
Sin embargo, la falta de mantenimiento ha hecho que estos espacios luzcan ahora invadidos por la vegetación, las luminarias no funcionan y sin presencia de seguridad.
En su parte inferior, la infraestructura cumple su función: descongestiona la avenida Indoamérica mediante un paso deprimido que conecta con las avenidas Pedro Vásconez y Rodrigo Pachano.

Más de 30 mil vehículos transitan a diario por esta vía. Se renovaron redes de agua potable, alcantarillado pluvial y sanitario, y se implementó un sistema de drenaje para evacuar el agua de la quebrada Pisocucho. Aun así, los negocios aledaños, que esperaban beneficiarse del flujo peatonal, siguen en crisis.
“Desde que cerraron las vías para construir, muchos locales cerraron. Pensamos que con la obra terminada llegaría el turismo y la reactivación, pero seguimos esperando”, lamenta José Carranza, comerciante del sector.
La inseguridad en el bulevar también preocupa a los vecinos. “En las noches no se puede caminar por ahí. Está oscuro, desolado. Es un peligro”, afirma Serafín Villa, morador de la zona.
El bulevar, según la visión original, debía convertirse en un eje de desarrollo para Izamba, parroquia caracterizada por su vocación comercial y su conexión con importantes sectores urbanos y rurales.
Pero sin una entrega formal, sin mantenimiento y sin un plan de dinamización económica, el proyecto amenaza con convertirse en una promesa incumplida.
Los moradores piden que el Municipio de Ambato, ahora liderado por la alcaldesa Diana Caiza, intervenga con urgencia. “No queremos que esta obra se pierda. Costó millones. La ciudadanía merece un espacio funcional, limpio y seguro”, insiste Ronquillo.
Mientras tanto, el bulevar sigue siendo un símbolo de contraste: abajo, eficiencia vehicular; arriba, abandono peatonal.
