Los nuevos dirigentes internacionales

La ONU busca nuevo secretario general. La presidencia del Banco Mundial está disponible. La Organización Mundial de la Salud necesita nuevo jefe. En tiempos en que los conflictos de intereses entre Estados Unidos y sus aliados y el ascenso de China y Rusia, afectan la cooperación internacional, no podría ser más importante la pregunta de quién ha de llenar estos puestos vacantes. En el pasado, el proceso de selección del candidato correcto ha reflejado rivalidades entre países y competencias de popularidad entre gobiernos, ONG y medios de comunicación. Este nunca fue el mejor enfoque, pero la cooperación seguía siendo viable con unos EE. UU. hegemónicos como potencia dispuesta y capaz de mantener unidas las instituciones internacionales. Hoy, las impredecibles declaraciones del candidato presidencial estadounidense Trump y la visión más aislacionista que fomenta han ido generando una actitud nerviosa en el resto del mundo acerca del cambiante papel de EE. UU. en el planeta. Y sus aliados en Europa no son los más estables, debido a una combinación de retos económicos profundos, la inminente salida del Reino Unido de la Unión Europea y el creciente apoyo a fuerzas políticas populistas en muchos países. Para las instituciones internacionales esto significa que la comunicación, el mutuo acuerdo y el consenso son más importantes que nunca. Dado el fuerte sentimiento antisistema e incluso nacionalista que existe en muchas naciones, las instituciones internacionales también deben estar más abiertas y tener mayor capacidad de respuesta al público global al que se supone prestan sus servicios. Esto exige un enfoque más meritocrático y sin sesgo alguno para los puestos dirigentes. Para evaluar los candidatos de manera justa y eficaz se deben usar cinco criterios. Primero, los candidatos deberían tener capacidad demostrada de definir una misión y de asumir las tareas más desafiantes de movilizar una amplia coalición de actores para alcanzarla. Segundo, los líderes deben poder persuadir a los países para que financien a sus organizaciones. Tercero, se requiere una gestión sólida y orientada a resultados. Para ser seleccionados, los candidatos ya deberían contar con experiencia a la cabeza de una organización que haya funcionado bien y logrado los resultados propuestos, con puntos de referencia claros sobre sus avances. Cuarto, contratar (y conservar) el personal adecuado. Ningún líder puede hacerlo todo por sí mismo, por lo que es crucial escoger un equipo de alta calidad. Si quienes trabajan en la organización están insatisfechos, será casi imposible reclutar a personas con mayor talento y motivación. El criterio final tiene relación con la rendición de cuentas. En el último par de décadas, los jefes del FMI, Banco Mundial y Agencia para Refugiados Acnur han dejado sus cargos en una atmósfera de sospechas. Últimamente algunos directivos han establecido códigos de conducta mucho más estrictos y depende de los nuevos que se pongan en práctica. Es esencial tener una actitud de bienvenida hacia la evaluación independiente y divulgar sus resultados. El mundo necesita más que nunca instituciones internacionales sólidas, con dirigentes destacados que puedan generar consenso entre gobiernos cada vez más reacios y hostiles y, al mismo tiempo, atraer recursos suficientes y movilizar a personas talentosas que hagan bien el trabajo. No son tiempos de ceder para obtener logros políticos de corto plazo.

Project Syndicate