El nuevo circo romano

La nueva estrategia militar estadounidense, por lo menos en el Oriente Medio, que sigue siendo su más frustrado sueño expansionista, parece estar peligrosamente alineándose en el sentido de eliminar a los líderes musulmanes en operaciones secretas perfectamente diseñadas por el Pentágono, más que involucrarse en invadir y destruir países que después resulta tarea imposible reconstruir, o encabalgarse en interminables guerras que les ha sido imposible ganar.

Así, el sábado 26 de octubre, informado el presidente Trump del operativo que se iba a lanzar contra Abu Bakr al Bagdadi, líder del Estado Islámico, el terrorista más buscado por el gobierno de los EE.UU., al que se había localizado en una casa ubicada en Barisha, un pueblo al oeste de Alepo, en Siria, se trasladó a la Casa Blanca para a eso de las 17h00, acompañado del vicepresidente Mike Pence y altos funcionarios de Seguridad Nacional y Defensa, entrar en el “situation room” y monitorear lo que Trump describiera como “un intrépido y peligroso ataque nocturno”, que fue mirar en vivo cómo un equipo de la Delta Force, unidad de operaciones especiales del Ejército de EE.UU., compuesta de 8 aeronaves, con cerca de 100 efectivos, despegó de una base de Irak y tras un vuelo de 70 minutos llegó a su objetivo e intimidó al terrorista para que se entregue, lo que este no hizo, saliendo en su lugar 2 adultos y 11 niños, oyéndose después una explosión que abrió un boquete en una de las paredes por donde entraron los soldados acompañados de perros en persecución del líder musulmán, que con un chaleco explosivo y acompañado de tres niños trató de huir por una red de búnkeres y túneles que surcaba el subsuelo del complejo. Hasta que, “perseguido corrió hacia un túnel sin salida, sollozando, gimiendo y llorando todo el camino”, en palabras de Trump, “y detonó su chaleco, matándose él mismo y a los tres niños”. “Murió como un perro. Murió como un cobarde”, añadió Trump.

La explosión dejó el cuerpo de Al Bagdadi mutilado, pero a pesar de ello las tropas dijeron haberlo identificado y a las 19:15, hora de Washington, confirmaron su muerte. “A las 19:23, incapaz de contener la emoción, el presidente tuiteaba: “Algo muy grande acaba de ocurrir”.

El circo, el nuevo circo romano, con sus césares y sus gladiadores besando el suelo. Fue igual cuando Hillary Clinton con amplia sonrisa celebraba la muerte de Bin Laden, el terrorista insignia para los EE. UU.