Nuevo bipartidismo

En los países occidentales y en el resto de los países del mundo, los procesos electorales nunca han sido ni muy transparentes ni muy limpios.

Impera en el mundo occidental el bipartidismo político, que ha dominado toda la historia política de los Estados Unidos y la historia política del resto del mundo occidental.

Hemos vivimos la contienda electoral entre demócratas o republicanos, liberales o conservadores, socialdemócratas y socialistas, que no son sino dos grupos con diferentes nombres que se retroalimentan para seguir engañando pero que representan un patrón único, el poder de los ricos y sus instituciones, aunque tienen el mismo fin: mantener la paz, la libertad y la democracia.

Francois Mitterrand gobernó Francia desde 1981 hasta 1995. Su gobierno resultó en que los socialistas franceses aceptaron el neoliberalismo y se conformaron solo con el nombre de socialistas. Durante el gobierno de Felipe González en España convirtió a su partido Socialista Obrero Español en un partido liberal, lo que fue gracias al Estado de bienestar social impuesto por la Constitución española en 1978, que le garantizó respaldo popular. Pero todos los partidos políticos europeos y norteamericanos, dentro del sistema del bipartidismo, saborearon los tipos de gobierno asegurando siempre la forma de gobierno democrática.

En cambio, en América Latina, después de las directrices del Foro de Sao Paulo y Puebla, nace un nuevo bipartidismo en el que se juega la forma de gobierno o sea la democracia y el totalitarismo.

Los partidos demócratas deben promover una nueva democracia, un nuevo orden del diálogo y consenso, porque si continúan con el caciquismo oligárquico de extrema derecha, perderemos todos.

Los grupos disfrazados de izquierda, que algunos despistados llaman de izquierda, como los gobiernos de Kirchner, Lula, Correa, Ortega, Maduro, Evo, impusieron un gobierno nazifascista, saqueador y totalitario, por el papel propagandístico que imponen.

Este nuevo bipartidismo político, democracia o totalitarismo, deja en una posición electoral difícil de bipolaridad a la sociedad civil de un país; los falsos con un liderazgo astuto y sagaz, que trepan sin escrúpulos, no tienen una teoría revolucionaria, tampoco tendrían una acción revolucionaria. No son ni siquiera reformistas, son bandas de pillos, maquiavélicos del “fin justifica los medios” y de la “judicialización de la política”.

Franklin Salazar