mala practica médica
Familiar. Gabriel Cobo muestra la fotografía de su hija, Michelle, con un vestido de su fiesta de 15 años.Gustavo Guamán

Nueve años sin justicia: el caso de Michelle Cobo

La joven falleció tras someterse a una liposucción. El caso expone las fallas en el control de la medicina estética

Han pasado casi nueve años desde que Michelle Cobo, una joven estudiante de psicología de 20 años, ingresó a la clínica San Gabriel para someterse a una cirugía estética. Nunca salió con vida. Murió el 16 de julio de 2016 por paros cardiacos causados por una infección generalizada, consecuencia de una lipoescultura. El procedimiento derivó en un caso judicial que aún no cierra.

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Un largo proceso judicial para obtener justicia

La denuncia de la familia Cobo ha atravesado un largo proceso judicial. En 2019, los médicos Patricio Toscano y Carlos Hurtado recibieron una condena inicial de cuatro años de prisión por homicidio culposo. Posteriormente, una instancia superior agravó la pena a seis años y ocho meses, y también dictó una sentencia de tres años de cárcel para la exgerente de la clínica, María Eugenia Muñoz.

Sin embargo, hasta este 2025, ninguno de los condenados ha ingresado a prisión por este caso. “Estuvieron un año presos por otro caso de mala práctica médica, relacionado con otra chica que también falleció”, explica José Molina, abogado de la familia.

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La Corte Nacional de Justicia mantiene pendiente desde el año pasado la audiencia de casación, una etapa crucial que podría confirmar o modificar las penas. Estaba programada para hoy, pero fue postergada para el 3 de julio por un diferimiento.

Para Gabriel Cobo, padre de Michelle, la espera representa una forma prolongada de impunidad. “No buscamos venganza. Solo queremos justicia, que se dicte con la verdad y que no se destruyan más vidas”.

El caso de Michelle no es un hecho aislado. En Ecuador, los errores en cirugías estéticas han causado múltiples víctimas en los últimos años. Muchas de ellas eran jóvenes que deseaban mejorar su apariencia física y cuyas vidas terminaron por intervenciones hechas por médicos no certificados en clínicas sin condiciones, sin personal capacitado ni áreas adecuadas para atender emergencias.

“Michelle fue contactada por Toscano, quien no era cirujano plástico, sino cirujano general. Pero él no la operó, sino que la remitió a Carlos Hurtado, quien no la conocía, para que realizara la cirugía”, dice el abogado.

Errores que se cometieron en la cirugía

Después de la muerte de Michelle, se identificaron otras irregularidades. Durante la operación, una instrumentista atendió dos cirugías, alternando entre dos quirófanos. Esto generó contaminación. Michelle contrajo una bacteria conocida como “come carne”, que puede ser letal en pocas horas. En 12 horas, sufrió más de una docena de infartos, según el abogado.

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Este diario intentó contactar a los abogados de los médicos y de la exgerente de la clínica, María Eugenia Muñoz. El defensor de esta última, Pablo Encalada, manifestó que espera que se haga justicia y que el caso se resuelva en la Corte sin presiones sobre los jueces.

Jorge Luis Ortega, abogado de Toscano, respondió mediante una publicación en X: “Hay abogados que engañan a sus clientes diciendo en los medios cualquier cosa, menos la verdad procesal. Sean profesionalmente honestos, expliquen a sus clientes la situación jurídica real del caso y dejen de manipular y presionar a los jueces. Por haber hecho mal su trabajo desde el inicio, ahora deben acudir a los medios para imponer una narrativa inviable”.

La familia de Michelle desea que su historia sirva como emblema para otras víctimas de mala práctica médica en el ámbito de la cirugía estética. Para sus allegados, este caso representa no solo la lucha por justicia, sino también la urgencia de revisar los estándares de la medicina estética. “Es muy doloroso vivir con este vacío. Saber que Michelle no pudo cumplir sus sueños, casarse, tener hijos... Por eso es importante dar a conocer lo ocurrido, para evitar que otros casos como este se repitan”, concluye su padre.

Familias que piden justicia

El caso de Michelle Cobo no es el único. Hay una serie de casos similares, donde los problemas se repiten: médicos que no son cirujanos plásticos y clínicas que no tienen estándares.

En 2023, Angie Velázquez, de 28 años, falleció en Guayaquil durante una cirugía de liposucción y mamoplastia. La clínica fue clausurada y el cirujano investigado por homicidio culposo. En 2024, la médica Valeria Sacoto murió tras una lipoescultura en otra clínica de Guayaquil. El establecimiento tenía permisos irregulares. El anestesiólogo huyó y el caso sigue sin resolución. Y en 2015, la reina de belleza Catherine Cando, de solo 19 años, falleció por un edema cerebral tras una liposucción “premio” del certamen que ganó. El médico no tenía licencia y la clínica fue clausurada solo tras el escándalo.

Aunque no hay una cifra exacta de los casos, sí se evidencia que la medicina estética está en un vertiginoso crecimiento sobre la que no hay el suficiente control.

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