nueva generación de ufólogos ecuatorianos
Graduación. Catorce personas culminaron sus estudios de ufología junto al experto, Jaime Rodríguez.Jaime Marín / EXPRESO

Una nueva generación de ufólogos ecuatorianos

El experto Jaime Rodríguez abrió el primer curso para estudiar los fenómenos de la vida alienígena. Catorce alumnos se prepararon durante tres años.

Durante más de cuarenta años, Jaime Rodríguez ha investigado la vida más allá del planeta Tierra. Avistamientos alienígenas, abducciones, la presencia en la historia de civilizaciones más avanzadas y supuestamente plasmadas en estructuras icónicas de la humanidad.

Programas de televisión, conferencias, libros: Rodríguez plasmó su huella en distintas plataformas, pero nunca pensó en quién lo precedería. 

“Hace algunos años, mi familia y amigos empezaron a preguntarme justamente en quién seguiría mis pasos y continuaría el trabajo al que he dedicado mi vida. Empezamos a pensar en la posibilidad de ofrecer talleres para preparar a nuevos ufólogos ecuatorianos. La estructura estuvo lista en 2015 y en 2016 decidimos abrir la primera convocatoria en Cuenca”.

Contra todas sus expectativas, los cupos se llenaron enseguida. El curso abrió con veinticinco estudiantes y concluyó, tres años después, con catorce, quienes semana a semana acudían a esa ciudad desde puntos como Quito, Guayaquil y Biblián.

La primera actividad que realizaron juntos fue una acampada en el punto más alto del cantón El Pan. Esa experiencia cambió a los pupilos. “Muchos se asustaron. Ahí nos dimos cuenta de que lo que habíamos estudiado era cierto”, señaló en su momento Jane Sarmiento, una de las talleristas. Para Rodríguez, sin embargo, esta experiencia no era solo una muestra de la aplicación de la teoría, sino un ejemplo de la labor que debía llevarse a cabo a largo plazo por quienes quisieran dedicarse a la ufología. “Se necesita mucho trabajo de campo, es una parte crucial, y gran parte del curso se centró en eso”.

El experto dice no tener expectativas en cuanto al futuro de los nuevos ufólogos. “Yo solo les deseo constancia y paciencia. Este es un trabajo lento pero sostenido, con numerosos datos y estadísticas que lo respaldan. Ellos tendrán que hacerse un nombre y continuar investigando. Solo el tiempo lo dirá”. Mientras tanto, alista dos talleres que abrirán sus puertas el próximo año en Quito y Guayaquil. 

¿Y cómo ven el futuro los graduados? Tres de ellos contaron a EXPRESO sus experiencias y anhelos.

Juvenal Sánchez

Es ingeniero eléctrico, experto en la reparación de equipos médicos y padre de familia. Sin embargo, desde joven se interesó por hallar respuestas más allá de las que le ofrecía la cotidianidad a sus preguntas sobre el cosmos y el planeta.

“La ufología es una pasión que uno lleva desde el vientre de la madre, que se lo lleva en la sangre”, explicó emocionado el cuencano. 

Tras llegar al taller de Rodríguez, se apasionó por el trabajo de campo, que vino desarrollando en los últimos tres años para ahondar en el tema que, hasta ahora, ha cautivado su atención: las abducciones extraterrestres.

“Hay ufólogos de escritorio y ufólogos que se dedican a la investigación, yo soy de los segundos”, subraya. “Investigar no es solo cuestión de echarse y ver al cielo, es una profesión a la que se le deben dedicar horas, días y años. Uno puede pasar mucho tiempo a la intemperie, expuesto a los elementos, o haciendo entrevistas”. 

Ahora, culminados los estudios, Sánchez preside la Comunidad Ufológica del Ecuador, una organización en la que participan varios aficionados a la investigación de los fenómenos de la vida alienígena. Después de jubilarse, en los próximos meses, este se dedicará exclusivamente a la labor que realiza la entidad.

“La recaudación de fondos siempre es un problema, pero hemos lanzado un primer libro sobre los gigantes con ese fin, y continuaremos trabajando e investigando”, señaló.

Ximena Cuenca

A su tienda de arte, en su Biblián natal, llegó un día un hombre cargado con una extraña piedra. “Quería que le hiciéramos un diseño”, recordó Ximena Cuenca. “Nos contó que soñaba con unos extraños seres y que ellos se la habían regalado. No era una piedra normal”.

Pero no fue esta extraña visita la que le generó dudas sobre el universo a la cañareja. “Tenía la necesidad de encontrar respuestas que no hallaba en ningún lado: por qué estábamos aquí, hacia dónde íbamos”, explicó. Y de manera repentina se encontró con la ufología.

“Fue muy complicado para mi esposo y para mí porque debíamos viajar para acudir a las clases, y la ciudad nos quedaba lejos. Aún así, hacíamos el esfuerzo porque ahí aprendimos a abrir nuestra conciencia y a encontrarnos con las grandes interrogantes que nos rodean”, subrayó.

Su trabajo final se elaboró en base al hombre que alguna vez visitó su tienda. “No profundizamos tanto como queríamos porque él murió cuando nos encontrábamos a la mitad de la investigación. Aún así, fue una experiencia interesante, porque a raíz de esas visitas que recibía, de esos sueños que supuestamente tenía, podía curar a la gente y ayudaba a su comunidad”.

No descarta continuar ahondando en temas que aún le generan dudas, sobre todo en la conexión entre el hombre, la naturaleza y el cosmos.

Esteban Ullauri

La primera vez que sospechó que los seres humanos quizás no estábamos solos en el universo, se encontraba en el parque nacional El Cajas. De repente, el cielo se iluminó y aparecieron luces y una forma que no se asemejaban en nada a una aeronave. 

De ahí en adelante, el cuencano se dedicó a investigar sobre las posibilidades de la presencia alienígena. “Me pasó esa vez, hace muchísimos años, y luego nuevamente hace unos cinco, también en El Cajas. Era difícil compartir lo que había visto, mostrar fotografías, cualquier cosa, porque temía que la gente pensara que estaba loco”, explicó.

Sus cotidianas excursiones al campo y a los amplios escenarios naturales de la provincia del Azuay aumentaron su interés, hasta que se encontró con el taller que ofrecía Rodríguez. 

“Llevaba muchos años siguiéndolo, investigando, y me pareció una excelente oportunidad de aprender más y de conocer a gente que tuviera criterios un poco distintos, con los que se podía hablar sin que hubiesen prejuicios de por medio”, señaló.

Y aunque se confiesa menos involucrado en la investigación de campo que sus compañeros, el avance de los estudios de ufología en el país lo emocionan. “Me parece importante que se vaya abriendo el interés, considerando que en el Ecuador hay muy poca información. La única investigación que se realiza se hace de manera privada y se difunde poco”.