sobre la nostalgia y la venganza

Como Arthur Rimbaud, Santiago Gamboa se fue de casa a los 19 años. La diferencia es que Rimbaud ya había escrito y Gamboa se iba para convertirse en escritor.

Treinta años después, habiendo vivido en Europa, en la India y visitado 75 países , volvió a su país. De ahí surge ‘Volver al oscuro valle’, obra publicada bajo el sello Random House y que narra una serie de venganzas entrecruzadas en medio de una migración de retorno a Colombia.

“Cuando volví a Colombia me di cuenta que en torno a mí había una multitud de gente que volvía conmigo. Muchos que se fueron en los 80 estaban volviendo porque encontraban que acá en Europa había otra crisis...Pero es triste, porque es gente que llega derrotada: salieron de Colombia con la cabeza llena de ideas y acá perdieron sus casas, su trabajo... no es un regreso feliz”, indicó el autor.

El libro es una novela coral que funde las venganzas y los viajes de retorno de varios personajes: Manuela Beltrán, una mujer abusada en la infancia que escapa de la vida mediante la poesía; Ferdinand Palacios, un sacerdote colombiano exparamilitar; Tertuliano, un predicador argentino que asegura ser hijo del Papa; Juana y el cónsul, que se rastrean por diferentes países. Y, también, el propio Rimbaud, quien, para Gamboa, es el mejor poeta del siglo XIX.

“Metí la clase de personajes que me gustan: perdidos, solitarios, al borde del abismo... y a los que los salva es la literatura”. Añade que el poeta es parte de este entorno de personajes y que representa al primer viajero desposeído.

Los espejos literarios son algo fundamental en Volver al oscuro valle. Para huir de su pasado y su vida, Manuela Beltrán se refugia en este escritor. Además del francés, Gamboa cita a Cortázar, cuyos pasos siguió yéndose a vivir en la capital francesa: “Todos creíamos que París nos iba a convertir en mejores personas y, tal vez, en escritores”, reconoce.

La obra también tiene personajes repetidos, cuyas vidas y misterios han aparecido en novelas previas.

Este es el caso de Juana y el cónsul, a quienes tilda de ‘confesores’ de los demás protagonistas, y vitales para la trama.

Ya aparecieron en otras novelas suyas, como Plegarias nocturnas. Una cierta idea de austeridad adquirida del cine que cada vez seduce más al colombiano: “Igual que hay directores que usan siempre los mismos actores, yo tengo personajes de otros libros que me pueden servir. ¿Para qué voy a contratar nuevos personajes?”, se pregunta riendo: ya se conocen y se tienen confianza”.

En esta obra, Colombia aparece como un país renovado, un paraíso del posconflicto, donde el perdón está de moda y que al fin se plantea como una alternativa viable ante el desencanto por una Europa en crisis, sacudida por el terrorismo impredecible de grupos como Isis, y llena de hostilidad contra los inmigrantes.

Y sin embargo ‘Volver al oscuro valle’ también plantea una pregunta que queda para el lector: ¿es posible regresar a casa realmente? Incluso, si uno regresa, ¿regresa al mismo lugar del que se ha ido? O la cruel realidad es que la vida está diseñada para no tener regreso, para ir siempre hacia adelante y nunca hacia atrás.

Gamboa no da respuestas, pero acepta que es un tema que ha meditado a profundidad. “Todo este tiempo, al irme, al viajar de país en país, yo sentía no que me alejaba de Colombia”, confiesa. “Sentía que me acercaba”.