La bióloga, gestora de proyectos, ilustradora científica y naturalista ha colaborado con varios artistas gráficos a nivel nacional e internacional.

Noemi Cevallos, la ilustradora de la ciencia

En ella florecen ideas, proyectos y más... todo con tal de que la gente aprenda y así dé paso a la conservación.

Todo inició con un castigo, que luego se convirtió en bendición. En su segundo día de clases en la facultad de Biología de la Universidad Católica de Quito, un profesor le mandó a dibujar plantas de un día para otro.

Al presentarle la tarea, él la contrató para que ilustre un libro de botánica. Desde entonces se enraizó en el arte científico, el cual aclara es diferente al paisajismo, “este muestra imágenes lindas, pero nosotros hacemos descripciones exactas, examinamos por partes, desmenuzamos el ejemplar. Para hacer un gráfico me baso en los artículos que describen los científicos. Uno puede hacer ilustraciones osteológicas (huesos), entomológicas (insectos), entre otros trabajos”.

Como no había ilustradores científicos en el país (para aprender de ellos) trató de hallarlos fuera y en esa búsqueda logró que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) la becara. Regresó y decidió montar talleres, ya de eso 10 años, los mismos que empezaron con catedráticos extranjeros, pero desde 2015 ella dicta cursos, sin dejar de invitar a los especializados en ciencias.

Ama la naturaleza desde niña, cuando su padre, andinista, la llevaba a subir las montañas. Cuenta que en su familia todos dibujan y que al fusionar sus dos pasiones ha creado un puente para que la gente aprenda, se sensibilice y proteja la naturaleza. En sus talleres —Quito, Cuenca y Guayaquil— se inscriben abogados, arquitectos, amas de casa, estudiantes, niños, etc. Porque para ella dibujar no es cuestión de arte, sino de observación, “la gente lo llama don, pero es práctica”.

En sus clases siempre da algo extra, cambia de temática y procura hacerla vivencial. Si va a enseñar de las suculentas, hace que sus alumnos siembren y detalladamente les habla de ellas, mientras pintan, aprenden. Revela que lo impartido a los estudiantes les ha servido para emprendimientos y venta de souvenirs.

Pero no solo instruye en el país, también ha ido a México, Guatemala y Costa Rica a compartir sus conocimientos.

Su pasión por la naturaleza la ha llevado a dar cursos gratis, el pago: comida para aves. “Eso fue en Pumapungo, las especies no tenían sustento y quienes se inscribieron al curso, de varias provincias llegaban con zanahorias y alimento para pájaros”.

Aunque trabajó en laboratorio, lo suyo es el campo. Disfruta de ir en compañía de herpetólogos —estudiosos de la biología de anfibios y reptiles— para hacer fotografías y contar con material para sus clases.

Por lo general va con los chicos de Tropical Herping, la primera empresa de turismo de anfibios en el Ecuador, reconocidos a nivel mundial y premiados por la Nacional Geographic.

La casa de las flores y más...

Ese es el nombre de su heladería —en Cuenca, ciudad donde reside— en la cual junto a su suegra, Tania Peña, crea sabores a partir de flores, plantas, frutos y por supuesto... nunca deja de enseñar. A los visitantes les indica que el higo no es un fruto, sino inflorescencia que es la unión de muchas flores que están cerradas.

Noemí cree que hay miles de formas para aprender y está dispuesta aplicar las vías necesarias. Como los títeres, curso que da con el diseñador gráfico Santiago Cordero, del proyecto Conejo Rojo. Juntos han desarrollado la flora y fauna ecuatoriana y dieron uno sobre depredadores y presas. “Se enseña la manipulación, creación de las marionetas y educación ambiental”.

Es fundadora, coordinadora y artista de Picturatus, su emprendimiento lleva el nombre de una rana, que significa adornado con color. “No es una empresa ni tampoco una fundación, es una iniciativa de divulgación de ciencia y conservación de ciencia mediante el arte” y por medio de esta desarrolla un sinnúmero de proyectos.

Acuarelas, carboncillo y tinta. Son los materiales con los que suele trabajar.Sus favoritas son las acuarelas. Su primer juego se lo regaló uno de sus mejores amigos, Alejandro Arteaga, director de Tropical Herping. “Él me contrató para hacer mi primera rana que fue vendida y está en un libro de Amazon, la primera guía de Mindo”.

Su casa es una minigalería, en la cual se puede apreciar obras de colegas nacionales e internacionales, y también de sus estudiantes. Es que valora todo, en especial el gráfico que le dio el mexicano Aldi Oyarzabal, biólogo especialista en escarabajos, quien le dio la beca en la UNAM, emulando aquella vez cuando alguien más le dio a él la misma oportunidad, pero en Inglaterra. La siembra no para... y eso la mueve a seguir esparciendo conocimientos.

Anhelos futuros

Su interior alberga muchos sueños, uno de los más grandes es comprar tierras, pedazos de bosques para que no desaparezcan especies de animales como los monos o los bosques secos de la Costa, entre otros, y desea que a futuro un porcentaje del valor de sus clases se destine para este propósito.

Noemí se parece mucho a lo que ama, la naturaleza. Es natural para hablar, tiene diversidad de ideas por plasmar. Una mujer con frescura que busca enamorarnos de la naturaleza... a través del arte.

Personal

- Guayaquileña de 31 años. Tiene una Licenciatura en Biología con Mención en Ecología y Gestión Ambiental, Universidad del Azuay.

- Fue coordinadora de Patrimonio Natural de la Prefectura del Azuay.

- Sus dibujos son parte de publicaciones como Palmas ecuatorianas; Libro rojo de las plantas endémicas del Ecuador, entre otros. Ha colaborado con artículos científicos, campañas de comunicación y desarrollo de proyectos para instituciones nacionales e internacionales.

- Coautora, desarrolladora y artista del Proyecto Biomurales 2016.