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Nino de 9 anos termina en diciembre la universidad

Se llama Laurent Simons y se titulará en ingeniería eléctrica. El programa académico dura tres años y lo completó en 9 meses.

Eindhoven. Laurent Simons, el niño que va a terminar la universidad.

Laurent Simons se convertirá el próximo mes en la persona más joven en obtener un grado universitario: en ingeniería eléctrica. Un programa académico de 3 años que completó en 9 meses.

De 9 años, no es el primer niño en completar una hazaña así: en 1994, el estadounidense Michael Kearney se graduó con 10 años en la Universidad de Alabama del Sur, donde estudió Antropología y fue distinguido con el ‘World Guinness Record’ al graduado universitario más joven, un reconocimiento que todavía ostenta.

“Empecé la escuela primaria con 4 años, pasé a la secundaria con 6 y entré en la universidad el pasado marzo”, relata Laurent en una de las salas de la Universidad Técnica de Eindhoven (Holanda), donde recibe clases particulares.

El pequeño Einstein no sigue un plan de estudios común, explica su madre, Lydia Simons, quien aclara que él va a su ritmo. “Los lunes me presentan los cursos que daré esa semana, los martes tengo prácticas, los miércoles es mi día de estudio, los jueves tengo tutoría con los profesores y los viernes hago exámenes”, dice Laurent.

El objetivo de este niño, cuyo coeficiente intelectual se cifró en el valor máximo de 145 puntos, es conseguir extender la vida a través de la creación de órganos artificiales, una actividad que, dice, “podría llegar a conseguir la vida eterna”.

Por el momento, se encuentra trabajando en su proyecto de final de grado: un chip electrónico conectado al cerebro.

Pese a su brillante currículum académico y sus aspiraciones profesionales, Laurent, que se ha convertido en toda una estrella mediática en Bélgica y Holanda y cuenta con más de 43.000 seguidores en Instagram, sigue siendo un niño a quien le da vergüenza hablar delante de la cámara y es difícil arrancarle más de dos palabras.

Fue precisamente en el colegio cuando sus maestros se dieron cuenta de que aprendía las cosas rápido y estudiar para él era muy fácil. “No me aburría en clase porque me enseñaban las cosas que hacían los chicos más mayores”, confiesa, a quien con 6 años sus primeros profesores le dijeron que no podían enseñarle nada más.

Los abuelos del pequeño fueron los primeros en darse cuenta de que Laurent era especial, dice Lydia, quien por motivos de trabajo dejó a sus padres al cuidado de su hijo durante su primera infancia, que la pasó en Ostende (Bélgica). “Al principio no les hicimos mucho caso porque para los abuelos sus nietos siempre son especiales”, bromeó.

En opinión de la madre, la acelerada vida académica de su hijo y la presión mediática a la que este se ha visto expuesto durante el último mes “no le roba su infancia”, ya que “su vida universitaria y su vida personal están muy separadas”.

“Él juega al ‘Minecraft’ en la consola, ve series y juega con pistolas de agua”, sostiene la madre, quien cree que Laurent hace las mismas cosas que cualquier niño de 9 años, con la diferencia de que él sabe más.

Los Simons opinan que no hubiera sido posible obviar la inteligencia de su hijo y que, por el contrario, es importante darle a Laurent la oportunidad de continuar desarrollándose académicamente. “Ha sido difícil, porque es algo que nunca antes has experimentado y que nadie ha vivido”, confiesa la madre, que considera esencial escuchar a su hijo para saber qué está pensando, por lo que está pasando y qué quiere hacer después.

Al finalizar su ingeniería, Laurent quiere estudiar un doctorado y formarse en medicina, aunque por ahora sus padres todavía negocian con él la hora a la que debe apagar Netflix e irse a la cama.