El negocio de las armas en el mundo
Para tratar el problema del desarme, se han realizado innumerables conferencias propiciadas por Naciones Unidas y por diversos organismos de defensores de los derechos humanos, así como organizaciones no gubernamentales, todas ellas sin mayores resultados. A estas nos referiremos al final del artículo.
Nos sorprendimos cuando el presidente ruso, Vladímir Putin, declaró que debido a la crisis del petróleo y del gas, Rusia había decidido impulsar la industria armamentista para convertirse en un gran exportador de armas. Y la mejor forma de promocionarlas ha sido el uso que les ha dado en Siria, donde con el pretexto de respaldar a su amigo el presidente de ese país, se las utiliza para combatir a los rebeldes que quieren tumbar al gobierno sirio. Ninguno de los organismos nombrados han protestado por las declaraciones de Putin. En otras palabras, las armas, que sirven para matar, siguen perfeccionándose y cada vez surgen focos de enfrentamientos porque son ellos los mejores compradores de armas. Mientras más destructora es el arma y acabe con más gente, más próspero es el negocio.
Se estima que cada año se destinan más de 1,5 billones de dólares en gastos militares en todo el mundo. Las ventas de armas totales de las 100 empresas productoras más grandes del mundo ascendieron a un estimado de 315 mil millones de dólares en 2006. Hay que agregar a estas cifras, que muchos países industrializados tienen una industria nacional de armas para abastecer a sus propias fuerzas militares. El comercio ilegal de armas pequeñas es frecuente en muchos países y regiones donde existen problemas políticos.
Los principales países exportadores de armas son: Estados Unidos, el Reino Unido, Rusia, Francia, Alemania, Suecia, Israel, Australia, Canadá, Ucrania y España.
Desde que finalizó la Segunda Guerra Mundial, debido a los conflictos armados, han perecido unos 26 millones de personas a consecuencia del impacto de armas ligeras. A pesar de representar una parte poco significativa del volumen total del comercio mundial de armamentos, su bajo coste las pone al alcance de una gran cantidad de personas para ser usadas en guerras civiles y en conflictos étnicos, o para fines ilícitos y criminales, aumentando la inseguridad de las ciudades y rearmando a toda clase de bandas, grupos paramilitares, mafias, clanes y guerrillas. Siguiendo la definición establecida por Naciones Unidas, por armas ligeras se entiende normalmente todo tipo de armas convencionales que puedan ser transportadas por una persona o por un vehículo ligero, pudiéndose dividir a su vez en ‘armas pequeñas’ diseñadas para uso personal (revólveres y pistolas, rifles y carabinas, ametralladoras ligeras, rifles de asalto y ametralladoras de pequeño calibre); y ‘armas ligeras’ diseñadas para el uso de varias personas (ametralladoras pesadas, lanzagranadas, cañones antiaéreos portátiles, cañones anticarro, lanzadores portátiles, misiles contracarros).
Medidas. En Europa, en junio de 1997, los estados miembros firmaron un programa para prevenir y combatir el tráfico ilícito de armas convencionales. Por otra parte, “la Acción Común” de 17 de diciembre de 1998, adoptada por el Consejo de la Unión Europea sobre la contribución para combatir la acumulación desestabilizadora y la proliferación de armas ligeras y de pequeño calibre, no ha sido respetada.
En julio de 2001, en la primera conferencia de la ONU sobre armamento convencional, se adoptó un plan de acción por el que los gobiernos se comprometían a luchar contra la proliferación de este tipo de armamento y a reducir su demanda. En la reunión del G8 en Gleneagles en julio de 2005, los países participantes, en su comunicado final, mencionaron la necesidad de desarrollar normas internacionales que incluyeran un acuerdo sobre la responsabilidad de los gobiernos. Pese a esta declaración de intenciones no había muchas esperanzas, ya que estos mismos gobiernos controlan más del 80 por ciento de las exportaciones de armas mundiales.
Campañas internacionales. Según la campaña ‘Armas bajo control’, de la que forman parte ONG como Amnistía Internacional, Oxfam, Intermón y Greenpeace, informan sobre las violaciones a los compromisos adquiridos por los países vendedores de armas pero no logran que estos estados cooperen y el negocio sigue prosperando cada vez más. Con todos estos antecedentes podemos concluir que “negocios son negocios” y que en la actualidad la vida humana vale muy poco.