Navidad sin pastorcillos

A manera de un Papá Noel furtivo que no trae, sino que se lleva los regalos, el gobernante decidió mejorar sus finanzas para poder, él sí, continuar disfrutando de su Navidad. Con frases suaves pero sentenciosas solventó su circunstancia para poder continuar con la fiesta de la década. ¡Que los vecinos paguen la cuenta!

Pero quien no entiende la materia, nunca aprenderá y seguirá probando la cura económica de los parches. Con el aumento de las gasolinas el fisco recibirá alrededor de $350 millones anuales, cuando el problema que ha creado, y debe resolver, es del orden de los $10.000 millones. Para eso no hay plan.

Las medidas tomadas son, como se dice sugestivamente, “la puntita”. El gobernante sabe que el FMI está en su futuro. Es la única opción que le queda para intentar salir del hueco que es ahora más profundo por causa de su inacción. Pasada la Navidad se irán los pastores donde se los mande y se dará paso a ajustes más serios en los combustibles que permitan, según los términos generales de la partitura negociada, acumular en 24 meses ingresos anualizados del orden de los $2.000 millones. Se propondrá, además, el alza de tres puntos en el IVA para recaudar $1.500 millones. Finalmente, sabe, y se retuerce de pensar que el Fondo demandará además un ajuste del gasto público en no menos de cinco puntos del PIB, el mismo que incluirá el congelamiento e inclusive la reducción de empleos burocráticos, la venta de activos improductivos y el cierre y venta de empresas estatales que, en su conjunto, han acumulado un exceso de $3.000 millones en pérdidas operativas. Con este elenco de medidas, más la entrega de $4.000 millones para apoyar la balanza de pagos e incrementar la cobertura de la reserva monetaria internacional, se daría inicio a un proceso de saneamiento que tomará una década.

¿Por qué hacer el ajuste en estas fechas? En el cálculo gubernamental, aparte de que la gente tiene su mente ocupada en otros temas, los ochos días de feriados permitirían pasar la cresta de la ola.

Entretanto ya salió el Sr. Roldán a asegurarnos ingenuamente que los fondos se acreditarían en cuentas especiales (no señor, se utilizarán para seguir comprando gasolinas, pues continuará teniendo una cuenta deficitaria) y que las recaudaciones permitirán “proteger” la dolarización (ja, como dicen los gringos: ¡bulshit!). El ministro de Finanzas ha anunciado el Apocalipsis al exclamar que las finanzas públicas están colapsadas, consiguiendo agravar la percepción del problema. Finalmente, para no quedarse atrás, el ministro de Trabajo propone un galimatías de incremento salarial, acoplando la mala broma con la promesa de un subsidio a las empresas, que lo pagará la eléctrica. ¡Es fácil concluir que hay más cordura en el manicomio!

El problema existencial de Moreno es estar comprometido con el correato y ser prisionero del pasado. Sus cuadros gubernamentales son anodinos y faltos de visión, la resaca de la corrupción sigue halando fuerte, y la impunidad es la característica de los tiempos. Mientras subsista el Estado depredador, habrá una reacción visceral de la sociedad civil contra gobiernos que son percibidos como los principales causantes de la debacle nacional.