Navidad de “dando y dando”

El tiempo que hemos venido contando desde hace 2017 años se inició con lo que conocemos como la “era cristiana”, es decir a partir del nacimiento del Mesías que había esperado el pueblo judío desde que ciertos personajes del Viejo Testamento lo habían anunciado. Y ese punto de partida es lo que celebran, sobre todo los que se consideran “occidentales”, con la Navidad, a la cual también se la califica como Natividad, ya que se refiere al nacimiento de Jesús (o “el niño Manuelito”, como dicen ciertos villancicos), hijo de José y María, con una misteriosa participación del Espíritu Santo, que 33 años después sería crucificado, sin embargo de su triunfal entrada a Jerusalén (la ciudad que hoy está provocando tantas protestas e incidentes por culpa de míster Donald Trump), pocos días antes. Este humilde nacimiento en Belén, que según lo afirma alguno de los cuatro evangelistas, provocó la “matanza de los inocentes” ordenada por el cruel Herodes y la huida a Egipto de los padres con su tierno hijo, es el que se ha convertido en una celebración universal que, como estamos viendo, por informaciones receptadas por la pantalla chica, también comienza a introducirse en países budistas y musulmanes.

Partiendo, pues, del más celebrado de los nacimientos, el 24 y 25 de Diciembre, de la Nochebuena a la Navidad, la fecha se convirtió en una fiesta dedicada a los niños. E impuso la costumbre de hacerle a ellos regalos, sobre todo juguetes, que esperan siempre con mucha ansiedad. Costumbre era en mis épocas infantiles, y lo sigue siendo, el escribir una carta a los personajes navideños (que se incorporaron progresivamente, como el Papá Noel de origen nórdico, y los Tres Reyes Magos, que la tradición cristiana dice que llegaron con obsequios a Belén un 6 de enero), entre los que no podía faltar el protagonista de la fiesta, que es el propio Niño Dios.

Pero, con el pasar de los tiempos, la costumbre regalona navideña dio origen a una “orgía de regalos” en la que se incluyeron parientes y amigos de toda edad, lo que hace que la clase comercial de este mundo capitalista y consumista agradezca al cielo el que una fiesta religiosa provoque tan buenas utilidades.