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Navegando en los recuerdos

La Marina les dio la oportunidad de navegar por varios países y conocer otras culturas; pero sobre todo, les hizo valorar a sus familias y al país de origen.

Jornada. Un juego de cartas fue una de las actividades que integró ayer a varios marinos retirados.

La mayoría pasa los 60 años de edad, de los cuales entre 15 y 25 pertenecieron a la Armada Nacional. Ahora ellos están en la Asociación de Marinos en Servicio Pasivo (Asomar) que, desde hace 37 años, los reúne para celebrar el aniversario del gremio, donde se recuerdan las anécdotas vividas en cada viaje o en las actividades que les tocó desempeñar en la Marina.

César Bustamante Yaure tiene 82 años de edad y durante 20 perteneció a la Marina de Guerra. Luego de jubilarse ingresó a la Marina Mercante que le permitió navegar durante 30 años por Estados Unidos, Centro América, Europa y África. En este último continente vivió seis meses, en Costa de Marfil, debido a que el barco que debían traer para Ecuador aún no estaba listo. “Conozco muchos puertos de Estados Unidos, Italia y Francia. He probado las comidas de esos países, pero ninguna se compara con la ecuatoriana”, señala Bustamante, quien como jefe de cubiertas de varias embarcaciones de la Armada, tuvo que vivir algunos percances cuando el mar por donde navegaba estaba ‘picado’. “En una ocasión nuestro barco sufrió avería y pasamos rezando para que nada malo nos suceda. Nadie salía de cubierta y estábamos con el chaleco puesto por cualquier emergencia”.

Juan Cabrera Salazar, sargento primero de la Marina, se jubiló en 1980, luego de servir a la Marina durante 20 años. A su mente llega el recuerdo de aquel día cuando a bordo del BAE Cayambe fueron remolcando una grúa hacia Puerto Limón (Costa Rica), pero tuvieron un percance cerca del Canal de Panamá. La draga se les vino encima y colicionó arriba de la línea de agua. Tuvo que pasar un mes reparando la embarcación. “Cuando se está navegando uno piensa mucho en su esposa e hijos; en los amigos con quienes nos reunimos los fines de semana para jugar fútbol, una partida de cartas o simplemente para compartir un rico encebollado”.

Víctor Quezada, suboficial, quien hace 10 años se retiró de la Marina donde trabajó en el área de mecánica, cuenta que visitó seis países, pero en ninguno pudo encontrar algo que verdaderamente deleite su paladar. “La comida es lo más rico y lindo que hay en Ecuador, aparte de las mujeres, lógicamente”, dice sonriente.

En la sede de Asomar, ubicada en la ciudadela General Villamil, en el sur de la ciudad, los marinos retirados participaron de una velada donde el ritmo lo puso un grupo de jubilados del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) que estuvo como invitado.