Recorrido. Para quienes no pueden salir de sus áreas, los voluntarios acuden hasta ellos y les brindan presentaciones personalizadas de musicoterapia.

La musica, un doctor mas para los ninos del hospital

400 niños aproximadamente son los beneficiados de las sesiones de musicoterapia.

Llegó a una cita médica más. Sus ojos ya no ven con la claridad que una niña de nueve años debería tener y es su mamá quien la guía por los pasillos del hospital. Sin embargo, tras cruzar la recepción, la melodía de la música y las risas de otros niños capturaron su atención. Rápidamente pidió unirse a la celebración y, a pesar de que ha perdido el 50 % de su visión, se integra a los juegos sin problemas. Ella es Madelaine, una paciente que compartió con otros infantes una mañana de musicoterapia.

La iniciativa surgió del área de cuidados paliativos, con la intención de “crear un espacio de diversión para que los niños se olviden un rato de que están en el hospital y hagan lo que todo niño hace: divertirse”. Así lo indica la psicóloga de esta sección, Betty Fey.

Con este pensamiento concuerda Jenny Cabrera, madre de un niño hospitalizado, quien señala que “a veces los niños se sienten como en una cárcel” y resalta que gracias a la música ellos sonríen.

Los que ponen la música y la danza son los miembros del equipo de Clave de Sur, una organización de voluntarios que trabajan en el Guasmo. Un día, Fey acudió a la clausura del vacacional de la agrupación y les propuso trabajar en el hospital. Desde entonces, se prepararon por cuatro meses en musicoterapia realizando talleres de percusión, de terapia ocupacional y de técnicas para simpatizar con los niños hospitalizados.

Marcos Párraga, coordinador de Clave de Sur, indica que usan instrumentos como la flauta dulce para “activar las neuronas en el ser humano y hacer que ellos sientan curiosidad. Muchos de los niños no pueden moverse, pero ellos al escuchar estos sonidos estimulan todo su cuerpo”.

Acciones como estas no solo mejoran el estado anímico de los niños, sino que también les son útiles en la socialización. Así lo cree el nefrólogo pediátrico Iván Olalla, quien sostiene que “es positivo porque hay niños con estancias largas (en el hospital), por lo que estas actividades ayudan a mejorar la relación entre médico y pacientes, con los padres o con las enfermeras”.

Y es que su rostro hablaba por ellos. Era como si la Navidad se hubiese adelantado. Al principio no entendían lo que pasaba, pero cuando veían al equipo de casi una decena de jóvenes llegando a sus secciones acompañados de parlantes, pedían a sus padres que los ayudaran a recostarse, o a asomarse hasta las puertas de sus habitaciones.

Algunos incluso sorprendieron a los voluntarios, doctores y a sus propios padres cantando y bailando las canciones que el grupo interpretaba.

Según Fey, las sesiones de musicoterapia serán mensuales y por tiempo indefinido. Todo esto, para lograr que la música sea un doctor más que ayude a la recuperación de los pequeños pacientes.