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El rescate de los animales es una tarea muy dura, dice el experto. Nacho Gallego / EFEEFE

Un veterinario que perdió su casa por el volcán, ahora rescata animales

César Bravo es uno de los miles de afectados por la lava del volcán de La Palma, en España. Su misión le da un gran alivio a su alma.

El veterinario César Bravo perdió su casa, también la de su pareja y sus dos hijos, arrasada por la lava del volcán en la isla española de La Palma, como tantos otros en el Valle de Aridane.

Él coordina al equipo de evacuación de los animales en las zonas de exclusión y es precisamente en el ejercicio de su trabajo donde ha encontrado un alivio, una vía de escape.

“Es fundamental sentir que puedes ayudar, rescatar animales al pie del volcán. Eso no tiene precio. Me ha ayudado muchísimo”, contó mientras hace cola en el banco para arreglar el papeleo para cobrar del consorcio de compensación de seguros. Recordó que su casa, ubicada en la calle del Pastelero, en Todoque, “escapó en tablas” al paso de la primera colada, pero no resistió a la segunda que bajó por la Montaña Cogote.

En Todoque, rememoró, “todos vivíamos genial. Aquello era un paraíso. Pero ya no está”. “Al principio no paras de llorar y de estar afectado, pero luego te repones. Estaba en tratamiento. Ahora puedo hablar, que ya es algo”, apuntó César, quien se resignó: “no queda otra que sobrevivir”.

Uno de sus hijos está estudiando en La Laguna y “se pudo ahorrar esto”. El otro, de 15 años, estuvo con él y con los bomberos salvando cosas de la casa antes de que se la llevara la lava. “Pasó de la adolescencia a la edad adulta”.

En cierta medida se considera afortunado porque conservó su negocio, aunque ya ha notado un descenso de actividad de hasta el 30%. Teme que la economía de Los Llanos se puede resentir durante “años”.

Pero como filosofía de vida se propone ir “día a día” y volcarse en su profesión. Contó que a pesar de haber transcurrido dos semanas desde el inicio de la erupción no paran de rescatar animales de las zonas de exclusión.

Hay sitios en los que los propietarios iban a darles de comer hasta que les prohibieron acceder por precaución, de ahí que tenga que intervenir la unidad que coordina.

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Lo que más están rescatando son perros, gatos y gallinas, “un montón de gallinas. Es alucinante la cantidad que nos estamos encontrando de gallineros en las huertas”, apuntó.

Los casos más complicados son los rescates de gatos y perros, pues están asustados y hay que emplear trampas especiales, cuando no dedicarles “horas” para ganarse su confianza, porque no dejan que se acerquen a ellos a menos de 50 metros.

En todo este tiempo han salvado también cabras, cochinos, ovejas. En general, estos animales están “tanto o más asustados que nosotros”, porque tienen una mayor capacidad de percepción que los humanos.

Los animales que no llevan chip y no se puede localizar a sus dueños se remiten a casas de acogida. Una actividad intensa y constante que, al menos en el caso de César Bravo, sirve como terapia para superar el trauma de este fenómeno.