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Plan. El proyecto buscaba construir una vía navegable que conecte el mar Negro con el mar de Mármara para aliviar la congestión en el Bósforo.AFP

El faraónico canal de Estambul despierta temor en los pueblos cercanos

El megaproyecto, iniciado en 2011 en la orilla europea, tiene como objetivo descongestionar el estrecho del Bósforo

En el pueblo de Sazlibosna, entre un té y otro, el turco Yasar Demirkaya teme por sus cultivos, amenazados por el faraónico proyecto de construir un canal de 45 km al oeste de Estambul.

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“Heredé 5.000 m² de tierras de mis abuelos, pero es muy posible que nos las quiten”, asegura este agricultor y comerciante de Sazlibosna, un pequeño pueblo cercano a Estambul que podría quedar irreconocible por la ambición del presidente Recep Tayyip Erdoğan de abrir una vía entre el mar de Mármara y el mar Negro.

“Estoy preocupado. Todo el mundo lo está. Nadie sabe qué hacer”, dice el hombre de 68 años.

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El megaproyecto, iniciado en 2011 en la orilla europea y calificado por el propio Erdoğan como “una locura”, tiene como objetivo descongestionar el estrecho del Bósforo que atraviesa Estambul.

Prevé, además, la construcción a lo largo del canal de amplias zonas comerciales y residenciales en más de 13.000 hectáreas.

Los opositores alertan sobre la destrucción de reservas naturales y tierras agrícolas, el agotamiento de los recursos hídricos y la desestabilización del ecosistema.

A pesar de que en 2021 se celebró una ceremonia de inauguración, la construcción del canal aún no ha comenzado. En cualquier caso, las grúas de construcción no paran de proliferar a lo largo del trazado.

Principal rival político de Erdoğan, el alcalde de Estambul, Ekrem İmamoğlu, acusa al gobierno de haber acelerado las obras desde que fue detenido en marzo por supuesta “corrupción”, algo que también han afirmado los vecinos a la AFP.

“Han comenzado a construir 24.000 viviendas cerca de la presa de Sazlidere, una de las reservas de agua más importantes de la parte europea de la ciudad”, afirmó en abril İmamoğlu, para quien el proyecto del canal de Estambul no es más que “una cuestión de beneficios y saqueo”.

“Ya no dormimos por el ruido de las excavadoras”, añade Muzaffer, una ganadera de 67 años que prefiere no revelar su apellido, ya que muchos habitantes se niegan incluso a hablar por miedo a represalias.

¿A dónde enviar a los animales?

“Nuestros animales están en nuestros establos porque ya no hay pastos; han sido confiscados para las viviendas (de la agencia gubernamental Toki). ¿A dónde se supone que debemos enviarlos? Hay construcciones por todas partes”, dice mientras vende cinco litros de leche de búfala a un cliente.

A la detención de İmamoğlu bajo los señalamientos de mala gestión —una acusación que él rechaza— le siguieron también los arrestos de numerosos opositores al proyecto, entre ellos el jefe del servicio de urbanismo de la alcaldía de Estambul, Bugra Gökçe.

Según el principal partido de oposición, CHP, la detención en abril de otros cincuenta funcionarios locales está relacionada con la posición crítica del municipio respecto al proyecto del canal.

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Pelin Pinar Giritlioğlu, profesora de la Universidad de Estambul, destaca que “el acaparamiento de tierras está en pleno apogeo”, aunque “el desarrollo del canal se encuentra en un punto muerto”.

“Solo hay una base de puente construida en la vía navegable... y la financiación aún no está asegurada. Los bancos europeos se niegan a financiar proyectos con un impacto ecológico importante y no se ha encontrado ninguna alternativa”, explica a la AFP.

La académica considera que el canal de Estambul es, ante todo, un vasto proyecto inmobiliario.

En abril, el ministro de Transporte, Abdulkadir Uraloğlu, afirmó que la megaobra no se había abandonado y que se pondría en marcha “en el momento adecuado y con la financiación adecuada”.

Mientras tanto, las agencias de bienes raíces se multiplican en Sazlibosna. “Es imposible saber si el proyecto se llevará a cabo (...). Pero, ¿el mercado? Sí, hay movimiento”, asegura İbrahim Emirdogan, agente inmobiliario.

Algunos habitantes esperan que el proyecto acabe abandonándose.

“No creo realmente que el canal de Estambul se vaya a construir. Pero nuestra aldea perdió su tranquilidad”, dice Yasar Demirkaya.

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