El mundo se pinta de blanco
El entrenador francés llegó en enero al cuadro merengue y tras arreglar todos los problemas del camerino impulsó al equipo hacia la gloria continental y mundial.
El Real Madrid de Zinedine Zidane cierra un año extraordinario con el título del Mundial de Clubes.
El entrenador francés llegó en enero al cuadro merengue y tras arreglar todos los problemas del camerino impulsó al equipo hacia la gloria continental y mundial.
Poco pudo hacer en una Liga española que estaba dominada por Barcelona, que fue el único título que se le escapó este año. Sin embargo, en la nueva edición del torneo, el merengue domina con comodidad.
Este Real Madrid no aplasta, le cuesta mucho quedarse con la victoria, pero siempre inclina la balanza a su favor. Prueba de ello es que la final de la Champions League, ante el Atlético de Madrid, la ganó en los penales; la final de la Supercopa de Europa, ante Sevilla, la superó en la prórroga y ayer también necesitó del tiempo extra para derrotar a un Kashima Antlers que incluso llegó a lucir superior en pocos pasajes.
Pero no solo son las finales, los números también le sirven para hacer historia. Este Real Madrid, de Zidane, firma un año inmaculado con 54 partidos y un balance de 40 victorias, doce empates y dos derrotas: la cosechada en Liga española, al poco tiempo de llegar, ante el Atlético de Madrid en el Santiago Bernabéu y en Alemania en la pasada edición de la Liga de Campeones frente al Wolfsburgo.
El técnico francés está haciendo historia con una racha sin perder que mantiene y que alcanza ya 37 partidos, la más larga en la historia del Real Madrid, y además consiguió con su resultado en la final del Mundial de Clubes un nuevo registro, firmando el mejor arranque de temporada de un equipo, 26 partidos invicto, superando el registro de Fabio Capello de la temporada 1996-97.
Pero no solo en lo colectivo está de fiesta. Su principal jugador, Cristiano Ronaldo, también tiene razones para celebrar. Cerró con un triplete el Mundial de Clubes, ganó su cuarto Balón de Oro, conquistó la Eurocopa con Portugal, además de la Liga de Campeones, Supercopa de Europa y Mundial con su club.
Su triplete al Kashima nipón le hizo ser elegido mejor jugador de la final en Yokohama, convertirse en el primero que firma tres goles en la gran cita desde el cambio de nombre del torneo, igualando algo que solo lo había firmado Pelé en 1962 cuando se denominaba como Copa Intercontinental.