Multiples candidaturas

Parece que junto con las enfermedades causadas por el mosquito, como el dengue y el zika, se ha desatado una fiebre por las candidaturas presidenciales. Hasta la fecha se han presentado ya numerosas postulaciones, la inmensa mayoría de las cuales carece de la más elemental posibilidad de victoria y deja la duda de que parecen cumplir una consigna procedente de las alturas para dividir al electorado, pero solamente al que representa una postura diferente a la del oficialismo, dueño de todas las funciones públicas por un largo tiempo, el mayor después del liberalismo fraudulento que se apropió del Estado por casi cincuenta años, comenzando por el alfarismo, del que el actual régimen se proclama heredero.

Parecía que una alianza que se llama Unidad tenía una actitud seriamente unitaria, pero el lanzamiento de la candidatura socialcristiana-Madera de Guerrero ha desatado la controversia que se ha hecho pública y reiterada, aunque sus integrantes afirman que buscarán la fórmula para mantener esa unidad, que es una manera adecuada para enfrentar al oficialismo en las elecciones generales del año 2017, porque lo demás carece de un serio sustento popular, aunque se hubieran adelantado con sus postulaciones y se las mantenga a ultranza, reiterando el refrán aquel que dice que no por mucho madrugar amanece más temprano.

Es verdad que el régimen ha sufrido un serio desmedro con el manejo de la economía, que ha caído en serios problemas, y también es cierto que ya fue duramente derrotado en las seccionales anteriores, aunque la mayoría de los electos en listas opositoras se alinearon sin la menor vergüenza con el oficialismo, lo que dejó la impresión de que solo había sido derrotado en Guayaquil, Quito y Cuenca, cuando de verdad lo fue en todas las capitales de provincia y especialmente en Quito, donde el presidente de la República asumió el rol de jefe de campaña del candidato oficial derrotado. Pero no se puede desestimar que el régimen maneja todo el aparato del Estado y que lo usará sin empacho alguno para lograr una victoria electoral que tal vez será pírrica, pero que lo mantendrá, al menos por un tiempo más, con las riendas del poder en sus manos. Esas manos que el régimen proclama que son limpias.

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