Sin Muertos  no hay carnaval “Es un retrato de la ciudad”

Sin Muertos no hay carnaval “Es un retrato de la ciudad”

El director y protagonistas de la cinta ‘Sin muertos no hay carnaval’ explican desde su perspectiva la concepción del audiovisual.

Luego de dos cintas importantes en su carrera - El pescador (2012) y Europa Report (2013)-, el director ecuatoriano Sebastián Cordero regresa con una historia que trastoca las fibras del crecimiento urbanístico de Guayaquil.

En esta entrevista estuvo acompañado con dos de sus actores protagonistas, Daniel Adum y Andrés Crespo, que en una charla amena comentaron su experiencia en la realización.

La trama pone en balance a dos clases sociales con características muy propias de la ciudad. Y desde esta percepción se pensó la sesión fotográfica, queriendo observar la ciudad desde lejos. La locación escogida fue la cima del Bim Bam Bum, en los establecimientos de un antiguo hotel desde donde se pudo observar el norte de Guayaquil con sus estructuras modernas y las invasiones de mayor tiempo y que son el impulso de crecimiento de la urbe.

Para los artistas, contar historias cercanas a nuestra realidad es una oportunidad para atrapar a la audiencia. Cordero confía en su proyecto y espera tener la recepción que lograron con Pescador. “Para que la película se sostenga debe tener marketing y una buena historia. No vas a recomendar una cinta si no te gustó. El boca en boca es fundamental. Siempre hay un prejucio, pero también está la gente que conoce mi trabajo, así que hay un balance”.

Sebastián Cordero, director

- “La película no es una crítica directa al crecimiento poblacional, es una observación. La ciudad está creciendo en algo que no está realmente planificado a través de las décadas. Desde una perspectiva sociológica o humanística es algo descontrolado pero que tiene claros caminos. A lo largo de la historia es como hemos visto que empieza la ciudad”.

- “En la cinta se habla de Monte Sinaí. No queda del todo expuesto pero se habla de la zona. El lugar donde grabamos lo bautizamos como Thalía Toral II. Ese nombre era de una locación que fue desalojada con anterioridad. Cuando quisimos empezar el rodaje nos enteramos que seis meses atrás ya no existía. Buscamos un sitio nuevo, que queda como a 1 kilómetro y ese es el que se ve en la película”.

- “Nos inspiramos en varias historias de traficantes de tierras conocidos. Hicimos investigación de mucha gente. Como de directivos de fútbol, de personas que viven en un asentamiento. Sí, le metimos mucho de lo que es la vida en la urbe. Es una historia de ficción que es muy armada. Esto es un retrato de la ciudad”.

- “Finalmente, todo habla sobre una familia disfuncional y de la ciudad como un miembro disfuncional”.

Andrés Crespo, guionista y actor

- “La historia se la presenté a Sebastián al final de El pescador”.

- “He estado pensando en cómo empecé a escribir y creo que fue para enviarlo al concurso del CNCine. Cuando supe que había un premio yo dije: ‘chuta, hay que mandarlo’. Empecé a hacerlo en la Yoni, mientras estaba de vacaciones con mi viejo. Al principio no trataba de invasiones, era solo esta familia de hacendados con plata, con armas. Era esa fuerza guayaca, que me inspiró de una frase que alguna vez me dijo Camilo Luzuriaga: ‘La mafia agroindustrial guayaquileña’ y ya me quedé con eso en el mate y me puse a escribir”.

- “La historia se centra en una familia de mucho poder. Es esta dinámica la que nunca se perdió entre los cambios que se hicieron en el guion. Todo tiene una característica muy de aquí, aunque creo que este tipo de relaciones se pueden dar en otros países”.

- “Sabes, estoy preocupado porque me vayan a querer cobrar plata luego de ver la cinta, pero es que algunas cosas son muy reales”.

Daniel Adum, actor

- “Entré en la última ronda de casting”.

- “La primera vez que tuve un acercamiento con Sebastián fue en el festival Los cortos de Urdesa en el 2014. Antes de eso solo teníamos una relación de hola y chao”.

- “Yo soy muy sinvergüenza en mi forma de ser y muy pocas veces le digo ‘no’ a las cosas”.

- “El que se te pongan adelante este par de personajes y te digan ‘vamos, vamos a hacer’ debería intimidarme, pero no me dio miedo.

- “Tuve una preparación en México. Me llevaron allá y todo eso me sirvió, pero cuando viajé yo llevaba una idea muy clara: ‘esto debe ser como cuando eres pelado y juegas a los superamigos. Te metes en la cabeza que eres un personaje’. Yo imaginaba que así era la actuación. Pensé que era superfácil, pero no lo es”.