
Los muertos tambien dan vida
La extracción de esperma post mortem deja ser madres a quienes pierden a sus parejas. La decisión se debe tomar en menos de 36 horas
El médico se sienta junto al paciente, hace una incisión en la piel hasta llegar a la capa más interior del órgano, corta un trozo y lo deja caer en un frasco. Lo siguiente es suturarlo. La sala está fría, pero en calma. No hay un monitor de signos vitales, tampoco un suero intravenoso que amortigüe el dolor. Y es que el paciente está muerto, pero hay algo de él que sobrevive y puede dar vida: su esperma.
Cappy Rothman, un reconocido urólogo de Los Ángeles, fue quien hizo la primera extracción de esperma post mortem a finales de los 70. Se calcula que hasta el momento se han practicado casi 200 extracciones del mismo tipo en Estados Unidos: tres en la década de los 80, 15 en los 90 y 182, entre el 2000 y el 2014 (una media de casi nueve al año).
Gracias a estas extracciones se ha podido determinar que los espermatozoides dentro de un cuerpo sin vida pueden durar 36 horas. Y hasta más.
Rothman tiene en sus registros que un hombre que murió haciendo kayak en aguas frías tenía su esperma en perfecto estado dos días después. Y en abril de 2015, médicos de Australia anunciaron el nacimiento de un bebé a partir del esperma extraído de su padre 48 horas después de la muerte.
Según se lee en la página de Cryobank, el mayor banco de semen de los Estados Unidos, ubicado en California, “no hace falta que los espermatozoides estén llenos de energía y en perfecto estado, basta con que estén vivos. Los perezosos pueden provocar un embarazo. Solo es necesario inyectar un espermatozoide en un óvulo”.
¿Cómo? La forma más común es extraer mediante cirugía los testículos o el epidídimo. Dado que este último es el lugar donde madura el esperma, este tejido es el blanco. El médico extrae el epidídimo y, ordeñándolo separa el esperma del tejido. Pero también hay otros métodos que se utilizan como la electroeyaculación.
Sin embargo, el hecho de que los médicos sepan cómo hacerlo, no garantiza que alguien, si lo solicita, tenga acceso a esta intervención. En EE. UU., por ejemplo, no hay reglas concretas y los médicos tienen la opción de negarse.
Tampoco garantiza que la criatura que nazca de esta forma sea reconocida por la ley.
Diane, por ejemplo, tuvo a finales de los 90 dos niños con el semen extraído 30 horas después de que su esposo falleciera y, el Gobierno británico se negó a reconocer la paternidad. Fue hasta el 2003 que cambiaron de parecer, pero no todos los países lo han hecho.
¿Entonces? Unos hablan de incluir los deseos reproductivos en el testamento, especialmente en países en donde la situación legal aún es confusa. Lo demás será encontrar el médico que por compasión o convicción quiera hacer el trabajo y lo último, pero no menos importante, pensar en qué decirle al niño cuando crezca.