Las movilizaciones indigenas

Las movilizaciones indígenas en nuestro país en estos últimos días nos obligan a reflexiones profundas y severas para desentrañar qué es lo que subyace detrás de estas manifestaciones masivas.

Las medidas dictadas por el gobierno de Lenín Moreno al disponer la eliminación de los subsidios a los combustibles parece que fueron el detonante para que nuestros compatriotas, los indígenas, salieran a las calles y plazas del país.

Lo podían hacer con el derecho que les concede a ellos y a todos los ecuatorianos la carta política para disentir frente a las resoluciones gubernamentales. Pero haber actuado como actuaron, es inaceptable.

Los indígenas del siglo XXI no son los que sirvieron de modelo a Jorge Ycaza para escribir su obra extraordinaria titulada Huasipungo, en la que pinta con crudeza a la forma en la que en esta época y antes de ella vivieron los indígenas, que eran considerados como semovientes, razón por la cual los “gamonales” y hacendados vendían sus haciendas “con indios y todo”.

Ahora los indígenas son los prefectos de su provincias, alcaldes de sus ciudades, legisladores, jueces, fiscales, ministros de Estado. Es decir, con derecho y con justicia, han conquistado sitiales destacados en nuestra sociedad.

Esto nos hace ver que en las últimas manifestaciones fueron vilmente manipulados por mafias de vándalos, de ladrones, de políticos fracasados que tienen la cárcel en la punta de sus narices para, escudados en ellos, sembrar el caos, el terror y desestabilizar al gobierno para “pescar a río revuelto”.

Hay líderes indígenas que se han pronunciado en este sentido y han manifestado que nada tienen que ver ni nada tienen que hacer en los desmanes y en los asaltos a la propiedad pública y privada.

Ojalá haya la suficiente entereza para que todos se pronuncien en igual sentido y exijan que las leyes penales caigan sin contemplación y con fuerza para quienes los utilizaron como instrumentos de su resentimiento y de su amargura.