La mortal carga de las ‘mulas’

La mortal carga de las ‘mulas’

Las personas que acceden a transportar droga desde Ecuador hacia otras partes del mundo reciben apenas un 10 % de la ganancia total que cobran las organizaciones narcotraficantes.

Un negocio rentable, pero que también puede ser mortal. Las personas que acceden a transportar droga desde Ecuador hacia otras partes del mundo reciben apenas un 10 % de la ganancia total que cobran las organizaciones narcotraficantes. Una cifra que puede aumentar ligeramente si el destino es más lejano o si la ‘mula’ debe hacer escalas en otros países.

Pero en general, sigue siendo un valor muy bajo en relación a los riesgos que implica llevar cápsulas de droga en el organismo y que, con un movimiento equivocado, pueden provocar la muerte.

“Buscan a personas que tienen problemas económicos o una necesidad urgente con algún familiar y les dicen que pueden llegar a ganarse 5.000 dólares de una forma muy fácil. Y si esa persona no conoce los riesgos, acepta”, explica el coronel Edwin Noguera, jefe de la Unidad de Antinarcóticos de la Zona 8.

Una problemática que sale de nuevo a la luz luego de conocerse la muerte del quiteño Sebastián Caicedo, un exparticipante de reality que fue hallado sin vida en un hotel de Rusia y que, según medios de ese país, tenía ocho objetos en su tracto digestivo, con alrededor de 80 gramos de cocaína.

Noguera menciona que las ‘mulas’ pueden llevar máximo un kilo de cocaína o heroína en su interior divididas en pequeños paquetes de látex. De ahí, deben tomar una serie de precauciones desde evitar ponerse nerviosas hasta no tomar ni medio sorbo de agua. Si se saltan alguna de las reglas, la probabilidad de que los bultos se rompan son muy altas.

“Cuando se revientan las cápsulas ya no hay vuelta atrás. Así lo operen en el momento, el envenenamiento es inmediato y le causa un paro cardíaco. Es fulminante”, explica.

Según las investigaciones, los extranjeros son las víctimas más comunes que participan en este tipo de tráfico de droga. Vienen desde Centroamérica o Europa, se quedan una o dos semanas en la ciudad, ‘cargan’ la droga y retornan hacia su país de origen. Allá les quitan las cápsulas inmediatamente, pues el estupefaciente solo puede estar dentro del cuerpo durante un lapso de 24 horas.

Esta modalidad de transporte es la que menos casos registra en el país. La complejidad del proceso y los continuos controles que se realizan en los aeropuertos impiden que la droga llegue a su destino, lo que -a su vez- hace a la modalidad menos atractiva.