El monitoreo del aire, una deuda pendiente

El monitoreo del aire, una deuda pendiente

Actualmente, el Cabildo estima solamente las emisiones atmosféricas a nivel industrial. Están en su página web.

Carlos Duarte aún sale a correr por las mañanas, pero hace dos años lo hace con mascarilla. También la usa cuando va a comprar el pan y cuando saca a pasear a su rottweiler.

No siempre fue así. Hubo una época en la que solo cuatro líneas de buses circulaban por la avenida San Jorge. Hoy pasan veinte líneas y un alimentador de la Metrovía. Ni hablar de los autos particulares y los expresos escolares.

Al ingeniero de 62 años le molesta el ruido y el tráfico, pero su principal queja es el esmog. Sus vecinos concuerdan. “No es saludable que haya tanto humo. Aquí vive gente mayor. Es una situación dañina”, asevera Myriam de Sánchez. “El aire tiene que estar contaminado porque cuando uno pasa por aquí termina tosiendo”, añade Blanca Mero.

Como publicó EXPRESO ayer, este es un temor que se repite en el barrio Orellana y el barrio Huancavilca, antiguas ciudadelas residenciales donde ahora el paso de vehículos supera la media.

Pero es una desazón para la que no hay respuesta, pues en Guayaquil, el esmog ni se mide ni se controla.

Bolívar Coloma, director de Medio Ambiente del Cabildo porteño, reconoce que es una deuda pendiente, pero insiste en que no se puede hablar de contaminación.

“No procede referirse a ‘contaminación de gases’ cuando actualmente la Dirección de Ambiente no inicia con la ejecución de monitoreos continuos de la calidad de aire en la ciudad, lo que determinaría la situación actual de la calidad de este recurso”, señala.

Los últimos datos al respecto fueron recopilados en el estudio Calidad del Aire en la Ciudad de Guayaquil e Incidencia sobre la Salud Humana, que realizó el Municipio junto a fundación Natura en 2013. En 2015 y 2016 la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol) han elaborado sus propios estudios.

Estos determinan, al igual que el análisis municipal previo, que la ciudad emite 4.500 toneladas de material particulado y 21.677 toneladas de dióxido de azufre al año.

Entre las zonas donde mayor contaminación se registra están las calles Aguirre, Pedro Carbo, Diez de Agosto, avenida Delta, avenida Juan Tanca Marengo, José Vicente Trujillo, García Moreno, Ernesto Albán y la calle 29. En esa lista, tal como sus moradores temían, también está la avenida San Jorge.

Lo que sí ha cambiado desde 2015 es el escrutinio que se le da a los buses urbanos. Ese año se establecieron dos revisiones anuales obligatorias para las unidades, se determinaron los índices permitidos de emisión de gases y se retiraron 200 vehículos por vetustez.

Pero, debido a las demoras en la contratación del monitoreo de calidad del aire, aún no se puede determinar si las medidas han tenido el efecto deseado. Es un tema que el Cabildo espera solucionar el próximo año, aunque la fecha aún es incierta. Al respecto, el director de Ambiente establece que: “debido a las reformas a las resoluciones del Servicio Nacional de Contratación Pública se ha retrasado el proceso de contratación”. Añade que el sistema Metrovía y la Aerovía también reducirán el esmog.

Hay penalidades, pero no hay estudios

La Autoridad de Tránsito Municipal (ATM) tampoco puede garantizar que las medidas tomadas han reducido la contaminación por emisión de gases, pero son optimistas. “No hemos realizado estudios pero, si nos basamos en resultados en otras ciudades que han tomado medidas similares, está claro que sí deben haber diferencias”, comenta Diego Rentería, jefe de Revisión Técnica Vehicular.

El funcionario añade que, hasta ahora, 682 buses han sido condicionados por no cumplir los parámetros de opacidad (que es de un 60 %) y 3.397 por tubos de escape rotos. Como el total de unidades que circula en Guayaquil es de 2.800, esta última cifra determina que varios buses han sido condicionados más de una vez por este desperfecto.

Rentería también plantea que una manera de mantener el índice de contaminación bajo es que los mecánicos se tecnifiquen. “Si la reparación del tubo de escape o el cuidado de las bombas de inyección no se hacen correctamente, con los parámetros que tiene la ATM, los problemas persistirán”.