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Oficinas. La compañía brasileña tuvo presencia en tres ciudades Quito (foto), Guayaquil y Portoviejo.Internet

La metamorfosis de Odebrecht en Ecuador

La compañía alcanzó seis giros de negocios desde su llegada. Tres de sus siete directores fueron procesados en Brasil

No fue solamente corrupción. Luego de 30 años en el país, la vida de Odebrecht se refleja en un nutrido expediente fiscal, bosquejando una empresa prominente, pero eminentemente corrupta.

Desde su arribo, en 1987, la principal compañía privada brasileña movió los hilos jurídicos para una paulatina expansión a casi todas las áreas que pudo: inició operaciones dedicada a la construcción de trasvases, saltó a la “contratación en todas sus modalidades” en 1993; pasó a la construcción de edificios en 1997 y al levantamiento de vías y carreteras un año más tarde; probó suerte bajo la construcción de ferrocarriles en 2015 cuando se adjudicó el metro de Quito y, finalmente, amplió el año pasado su giro de negocio a la ingeniería civil en todas sus ramas, la arquitectura y asesoría.

Seis compañías constituidas en 30 años, “bajo un sistema de aparente legalidad”, en palabras del fiscal Carlos Baca Mancheno, tuvieron como cabeza a casi igual número de directores nacionales. De los seis principales de Odebrecht en Ecuador, tres fueron procesados por la justicia brasileña en la trama de corrupción. Y uno de ellos, José Conceição Santos Filho, el que más tiempo duró en el cargo (ocho años), se convertiría en el hoy célebre cooperador C-1, cuyos audios, vídeos y comprobantes de pagos han abierto una tormenta política sin precedentes en el país, que en los últimos 30 días ha perdido al contralor general y ha visto quedar sin funciones al vicepresidente de la República.

La presencia de Odebrecht en Ecuador, fortalecida principalmente por sus contratos con las áreas estratégicas del Estado, que le valieron ingresos por mil ochocientos millones de dólares, obligaron a su relación con otras compañías del ramo, firmemente afincadas en la industria nacional. Entre esas destacan Diacelec y Equitransa, cuyos directivos hoy también se encuentran procesados. Porque al final, detrás de esa imagen de crecimiento sin límites y éxito empresarial, que concede la lectura de sus balances generales, se escondía en realidad una cultura del soborno y la coima, hoy convertida en logo de la compañía.