Funcionaria. Antes de que le encarguen la Secretaría, Martha Herrera ayudó a Henry Cucalón y Vicente Taiano.

Media vida cerca de las actas del Municipio

Veinte años después, sentada en la oficina principal de la Secretaría municipal, donde se convirtió la semana pasada en la primera mujer que ocupa ese cargo en la historia del Cabildo.

Seis de febrero de 1997. Abdalá Bucaram es destituido de su cargo. El clima político se tensa en todo el país, Guayaquil no es la excepción. Martha Herrera sabe que si sale del archivo municipal, donde es jefa, corre el riesgo de perder valiosa documentación si algo pasa. “Las actas son demasiado importantes”.

Veinte años después, sentada en la oficina principal de la Secretaría municipal, donde se convirtió la semana pasada en la primera mujer que ocupa ese cargo en la historia del Cabildo, recuerda que aquel febrero podía irse a su casa, pues las Fuerzas Armadas evacuaron esa tarde al personal, pero prefirió no hacerlo. Se escondió, con llave y durante toda la noche, a custodiar la historia administrativa de Guayaquil.

Cuando amaneció y salió de entre las actas, notó que la novedad no había llegado a repercutir en la entidad y que todos sus compañeros estaban en la oficina en una jornada normal. Pidió permiso. No era para menos, ni siquiera se había lavado los dientes.

Han pasado veinte años de aquello. Martha tiene 50 y sigue en la función pública con la pasión con la que empezó su carrera profesional como legista, en 1996, cuando decidió despedirse del magisterio y, con él, de las cátedras de Castellano y Estadística que dio por algo más de una década en el colegio Hispanoamericano.

Creció en el barrio Garay, en un hogar comandado por padre y madre, donde aprendió “a respetar y a ser responsable”. Es la segunda de cinco hermanos, la única que se inclinó por las ciencias sociales.

Creyente convencida. Y -dice- practicante del principio cristiano que ordena: “ama a tu prójimo como a ti mismo”. Lo hace desde el Cabildo, porque amar también es ayudar.

Martha entró al Municipio cuando Xavier Sandoval era secretario. Al renunciar al cargo este último para candidatizarse como legislador, y llegar en su lugar el ahora asambleísta Henry Cucalón, ella fue su mano derecha y guía para fungir en este cargo que demanda conocimientos de redacción, leyes y -sobre todo- de la administración guayaquileña. Al salir Henry y entrar Vicente Taiano, la historia se repitió.

Es decir, Martha ha sido los ojos y la luz para los secretarios del Cabildo antes de encargarse de ese rol. El alcalde fue quien sugirió su nombre ante la renuncia de Taiano, por su experiencia, porque -ahora- es la más capacitada. El Concejo, sin embargo, tendrá que elegir un nombre para aquel trabajo.

En el Municipio, un secretario da fe de los actos públicos, está pendiente de las resoluciones e informa al alcalde de las decisiones que se tomen. Lo sabe ella, que cuidó los archivos cuando cayó Bucarám y que ahora es protagonista en los documentos que se firman. Martha está mucho más cerca de las actas hoy. Así es mejor. “Son demasiado importantes”.