Mascaras

El movimiento indígena mostró de qué está hecho, en tele nacional y en horario estelar. Como cualquier otro político, entre más importante la representación del líder, mayor desconexión con las verdaderas necesidades de sus bases. El indigenado perdió una oportunidad de oro para dejar planteadas ante la sociedad sus principales necesidades. Para poblaciones desarraigadas de la modernidad urbana y global, el precio del combustible no puede ser el principal problema.

Los partidos se mostraron aletargados y calculadores. Además del correísmo, alguien exigió que la Asamblea sesione? Algún partido ha pedido formalmente rendición de cuentas? ¿Alguna acusación? No recuerdo tampoco nuevas caras partidistas despuntando con propuestas o soluciones. Ningún aporte en el debate sobre el intríngulis fiscal.

Más bien, la reivindicación indígena y los deslices de varios políticos motivan hoy un recrudecimiento de los prejuicios identitarios ecuatorianos.

Sin máscaras, los alcaldes y prefectos se mostraron frágiles, al punto de ceder al Gobierno competencias por las que solían pelear. Confundidos entre sus problemas locales y el problema nacional, entre sus gustos políticos y la situación, entre la defensa de los negocios municipales y de la estabilidad política, primó una suerte de parálisis que en el mejor de los casos consistió en la defensa física de las fronteras cantonales. En el peor de los casos consistió en la desidia.

Detrás del humo de las protestas pudimos ver impune campear a la delincuencia organizada. O al terrorismo, si queremos darle un poco más de legitimidad política a los desmanes. En mi humilde opinión, todos quienes estuvieron en la calle en esos días, paralizando al país, son corresponsables y las máscaras tendrán que ser retiradas por la justicia, cuanto antes mejor.

El único que no se ha quitado la máscara aún es el Gobierno. Fue blando con la delincuencia, fue gentil con sus detractores, concedió sin condición, fue tolerante su manejo de la información. Hasta que caiga la máscara, confío, por el bien del país, que sepa lo que hace.